La lucha de clases en el 2020 en el Ecuador

El ataque más brutal propinado por la burguesía al pueblo ecuatoriano es el que le dio en el presente año, aprovechando la cuarentena, que mantuvo políticamente inermes a los trabajadores. Fue una agresión con cobardía, premeditación y alevosía, que arrojó incalculables pérdidas económicas y jurídicas, que se tardará muchos años en recuperar.

La burguesía ecuatoriana tiene unos dos siglos de existencia. Nació en la Costa, en el siglo XIX, a consecuencia de la producción y exportación del cacao. En ese entonces estaba subordinada a los hacendados de la Sierra, especie de señores feudales, que controlaban el Estado, con quienes tenía conflicto de intereses, porque los explotaban cobrándoles impuestos, cuyo producto se repartían entre los funcionarios quiteños. Ese conflicto de intereses económicos se trasladaba al campo político, en el que se enfrentaban el Partido Conservador de los hacendados serranos contra el Partido Liberal de los burgueses costeños.

En 1895, bajo la dirección de Eloy Alfaro, los burgueses toman el poder y se convierten en la clase social hegemónica, calidad que la mantienen hasta hoy. Todo el siglo XX en el Ecuador se hizo lo que le convenía a la burguesía, clase social que era más grande explotadora del país, razón por la cual los campesinos y los obreros protagonizaron frecuentes levantamientos.

Los peores momentos de la lucha de la burguesía contra el pueblo fueron cuando en la Presidencia de Luis Tamayo se masacró a 1.500 guayaquileños el 15 de noviembre de 1922; cuando Camilo Ponce masacró otro tanto de guayaquileños en 1957; cuando en 1977 se masacró a unos 300 trabajadores del Ingenio Azucarero AZTRA; cuando Sixto Durán Ballén derogó varias leyes sociales y la Ley General de Bancos e impuso la famosa Ley de Modernización; cuando Mahuad, Gustavo Noboa, Guillermo Lasso, Febres Cordero, Nebot congelaron los depósitos que tenían los bancos y produjeron una monstruosa devaluación que puso el dólar a 25.000 sucres; pero jamás se llegó a golpes tan duros, graves y crueles como los que CREO, Partido Social Cristiano, SUMA, Alianza PAIS impusieron en 2020, especialmente a través de la mal llamada Ley Humanitaria.

La burguesía eliminó en la práctica el salario mínimo, la estabilidad en el trabajo, las vacaciones, las horas extras, la jornada de 8 horas diarias y 40 semanales, la jubilación patronal; anuló la inversión pública; carcomió los servicios de salud, educación, investigación científica, comunicación, la independencia de las funciones; se benefició de miles de millones de dólares del Presupuesto del Estado y de los préstamos internacionales, dejándonos a los demás la obligación de pagarlos. El pueblo es víctima del aumento del desempleo, de recibir salarios miserables, de la indefensión, de la pésima calidad de los servicios públicos. El pueblo solo ha recibido los golpes, no ha devuelto nada. Para comenzar a restablecerse tiene que ganar mejor.