El Mito de Sísifo de Albert Camus

El mito de Sísifo extraído de la mitología griega nos muestra un castigo eterno que consiste en transportar una roca enorme desde la base a la cima de la montaña, la roca claro está en forma irremediable siempre baja a la base antes de que pueda llegar a la parte más alta de la cima, castigo a que se hizo merecedor por ofensas a otros dioses como: encadenar a la muerte, revelar a los autores del rapto de Egina y por engañar a Hades.

Albert Camus (1913-1960) argumenta que la desesperanza que significa realizar una tarea perpetua como la que tuvo que asumir Sísifo que tenía el carácter de absurda e inútil, puede ser comparable con la vida de una persona común que durante los años de vida realizará un trabajo interminable, actividad que es imposible concluir con el esfuerzo individual, ni con la unión de esfuerzos de grupo, como por ejemplo lograr el completo bienestar de la raza humana en la que de alguna manera tratamos de aportar todos, de una u otra forma.

Cuando una tarea absurda o inútil es identificada es considerado un suplicio indecible, en este espacio, Camus deja una ventana abierta a la reflexión en la que Sísifo podría hacer consciencia de su tarea en el momento en el que tenía que descender de la montaña para reiniciar el ascenso con la roca a cuestas hacia la cima, a este espacio de reflexión le quiero dar un campo adicional para analizar acerca de esta tarea que parece ser infructuosa cuyo resultado no lo podremos ver concluido. Ante tal circunstancia todos tenemos un componente intrínseco que activa la motivación propia, la dignidad humana, motivación del sentimiento del deber cumplido y algo aún más elevado que es dar bienestar a los nuestros, las personas en la que nos basamos para emprender, para salir adelante, las personas que nos generan el sentimiento más noble que puede poseer el ser humano, el amor, considerándole como el sentimiento que hace salir lo mejor que tenemos dentro y hacerlo evidente para todos los que en realidad nos importa y por los que hacemos todo.

Dejar de lado esta reflexión sería como abdicar de las obligaciones que se debe cumplir por la sola motivación de hacerlo porque detrás de ella existe un elevado compromiso consigo mismo y un propósito ya mencionado más elevado que afecta a su entorno humano familiar.

Camus apela a la condición humana en la que mediante este mito todos se animen a hacer uso de su imaginación y reflexionar, lo que permite tomar conciencia con lo que un cambio de actitud puede hacer la diferencia, si la carga es demasiado pesada y significa un suplicio tenemos que hacerlo cambiando la desesperanza por alegría que hará de la tarea algo manejable y motivo de crecimiento interno.

La reflexión acerca de las situaciones positivas y negativas que inevitablemente tenemos que vivirlas, porque no hay noches sin días y tenemos que vivir las noches para entender la dimensión de lo positivo que tienen los días y magnificar lo que significa, días mejores, días llenos de esperanza, días llenos de trascendencia en la solidaridad con nuestros semejantes, porque al ocuparnos de nuestros semejantes lo estamos haciendo por nosotros mismos. Este esfuerzo puede llenar el corazón de un hombre consciente para convertirlo y hacerlo más dichoso.

Ser gratos con lo vivido porque esto nos muestra cuan mejores podemos ser, o cuan mejores podemos llegar a serlo y optimizar el tiempo no para reducir esfuerzos sino para emplearlos en tareas más relevantes y trascendentes que mejoren el camino de todos, sin creernos los dueños de la verdad sino constructores de bienestar de acuerdo a las condiciones de cada entorno que requiere ser mejorado.

Todos los esfuerzos deben estar enfocados hacia los que tienen que sufrir las condiciones que se deben mejorar como lo diría Camus en su discurso de aceptación del premio Nobel de literatura en 1957, porque debemos estar al lado, no de los que hacen la historia sino de quienes la sufren. Los que escriben la historia deberían resolver la necesidad de los que a pesar de los esfuerzos que les toma toda su vida no logran mejorar sus condiciones hacia una vida digna, sin tomar como estrategia hacerse dueños de la razón lo que implica imponer doctrinas de cualquier índole.

Camus hace la alegoría comentando sobre el otoño en la que las hojas secas se transforman en flores de dicha estación que en realidad cada situación por difícil que parezca están cargadas de aprendizajes que solo en las dificultades se pueden apreciar y hacer cambios trascendentes para valorar los días posteriores a la tormenta porque todos sabemos que pronto vienen tiempos mejores.