Corazón abierto: acoger e integrar

Nuestro calendario nos envía una alerta porque abre la puerta de la esperanza para celebrar la fiesta del misterio del nacimiento del Verbo Encarnado.

La Palabra habita entre nosotros. Luz que ilumina cada día el mundo. La estrella de Belén acompaña, entre el camino de la incertidumbre y la paz, a los sabios de Oriente, a encontrar el lugar en que nace un Rey eterno, Emmanuel, Dios con nosotros. Junto a los pastores, hombres sencillos, de buena voluntad y de cercanía, un coro de Ángeles canta desde el Cielo a la humanidad el himno a la alegría y a la fraternidad: Gloria a Dios y paz a los hombres…Desde entonces, este canto nunca dejó de entonarse. No tendría que silenciarse.

En el hoy de nuestra historia, año 2020, Jesús continúa reinando. Es el legado imborrable de su amor: Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos. El Papa, en el comienzo de su Pontificado, asumió el carisma de Francisco de Asís, con la finalidad de entregarnos la herencia de la fraternidad, la exigencia de cuidar nuestra casa común, y el mandato misionero de ir a las periferias. En el título del tercer capítulo de la Enclica, Fratelli Tutti, Francisco enfatiza la necesidad de tener “un corazón abierto al mundo” en un tiempo en el que muchos países, sobre todo del Norte global, fortalecen sus fronteras y levantan murallas para limitar drásticamente el ingreso de migrantes. No se toma en cuenta que la mayoría de refugiados y migrantes salen de situaciones de gran precariedad, donde tuvieron que sobrevivir en condiciones infrahumanas” (Mons. Miguel Cabrejos Vidarte). Como personas de fe, es justo y necesario “reconocernos mutuamente entre todos como hermanos y hermanas; demanda nuestra disposición a “descolocarnos”, poniéndonos en el lugar del “otro”, de la persona migrante y mirar la realidad desde su perspectiva, dejar tocar nuestro corazón y abrirnos “a nuevas reaccio- nes desde la empatía, la compasión y la solidaridad”. Acoger, promover e intergrar, son cuatro verbos con los que el Papa resume los esfuerzos que estamos llamados a realizar “ante las personas migrantes que llegan”. Comenta Mons. Miguel Cabrejos que el Papa está inspirado por el Pobre de Asís, quien nos dio el bello ejemplo de hacerse hermano de los demás, particularmente de las personas pobres, despreciadas y descartadas de su tiempo, siguiendo las huellas de Jesús, nuestro Hermano mayor. Señala que “eso requiere de nosotros superar actitudes egocéntricas, así como crecer en un amor gratuito y generoso hacia nuestros hermanos y hermanas que sufren necesidades.

Desde la fe cristiana estamos llamados a afirmar y defender “la misma inalienable dignidad de todo ser humano” y a promover una “amistad social” que nos impulsa a identificar y “valorar lo que nos une y a ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos”. Abiertos al amor.