Han pasado ya 10 meses desde que la pandemia del COVID – 19 obligó a tomar medidas restrictivas que cambiaron radicalmente la dinámica familiar, social y económica que estábamos acostumbrados.
En esta ocasión quiero comentar los resultados de una encuesta realizada por el Laboratorio de Estudios sobre la Niñez y la Adolescencia de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, estudio que contó con apoyo de UNICEF y la Universidad Iberoamericana de México.
A diciembre 2019 la realidad económica y social del Ecuador ya era compleja y la pobreza venía en aumento. La pandemia generó que el 75% de los hogares ecuatorianos sufrieran una reducción de sus ingresos porque en el 66% de esos hogares al menos un miembro de la familia perdió su empleo.
Otro factor para medir el impacto del COVID en la familia ecuatoriana es la escala ELCSA que mide la inseguridad alimentaria. Antes de pandemia el 45% de las familias se encontraban en una inseguridad alimentaria media o moderada, este índice se disparó luego de pandemia y a la fecha el porcentaje de familias con inseguridad alimentaria es de 74,4%.
Los hogares más afectados en la reducción de ingresos fueron lamentablemente los de estrato socioeconómico bajo, medio bajo y medio.
En lo que respecta a salud, en el 28,2% de hogares que tienen niños y adolescentes en su núcleo familiar al menos un miembro se ha contagiado de COVID-19, este porcentaje baja al 19% en los hogares que no tienen niños ni adolescentes. La diferencia de casi 10 puntos porcentuales indica el alto riesgo que tienen los niños a ser contagiados en casa.
La inequidad social se evidencia en el acceso a las pruebas COVID, mientras que el 65,2% de las familias de estrato medio alto y alto tuvieron acceso a pruebas covid ante los síntomas, únicamente el 25% de las familias de estrato bajo y medio bajo pudieron hacerse una prueba.
Una de las cifras más alarmantes de este estudio indica que el 85% de las familias usan regularmente (no permanentemente) mascarilla fuera de casa, esto quiere decir que aproximadamente dos millones y medio de ecuatorianos no usan mascarilla, he ahí una explicación del porqué del incremento en los contagios.
En época de pandemia los servicios públicos se vieron afectados, esto se refleja en que el 27,7% de los hogares donde hay niños entre 0 y 4 años cortaron el proceso de vacunación de los infantes, esto provocará en el corto plazo un incremento considerable de mortalidad infantil y patologías que se encontraban controladas y en algunos casos erradicadas.
En materia de educación, 115.000 hogares que tienen niños entre 5 y 11 años y 95.000 hogares que tienen niños entre 12 y 17 años no los matricularon en ningún establecimiento público o privado.
Los hogares que si matricularon a sus hijos tuvieron que adaptarse a la nueva modalidad de estudio y aquí nuevamente se generó una inequidad. Las herramientas necesarias para el “home school” son los equipos electrónicos y acceso a internet. En el estrato social más bajo, los niños que sí pudieron seguir estudiando utilizan en un 84,4% un teléfono para asistir a clases y únicamente un 0,4% de estos niños usan un computador o tablet, mientras que en los estratos sociales más altos el 68% de los niños usan computador o tablet y tienen un acceso a internet muy estable.
Finalmente, el estudio analizó el impacto de la pandemia en la salud mental de los niños y adolescentes, reflejando que 37% de ellos presentaron pérdida del ánimo y tristeza, el 32% mostraron comportamientos agresivos y el 28% miedos que antes no tenían; y, en el 30,7% de las familias se evidenció un deterioro en las relaciones familiares.
Ante estos resultados urge políticas públicas que permitan atacar algo más que al virus, el núcleo de la sociedad que es la familia está severamente afectada desde todos los ámbitos.
En un país como el Ecuador todo es urgente e importante, sin embargo, en el orden de prioridad está primero controlar esta pandemia. El acceso a la vacuna, el acceso a servicios públicos, el cumplimiento de las medidas de bioseguridad y el control se vuelven imprescindibles. Tarea histórica y fundamental para éste y el nuevo gobierno, para los actuales y los futuros gobernantes.