Valorar y respetar el pensamiento diferente

El Papa Francisco como líder religioso y líder político del estado del Vaticano y con gran incidencia en el mundo, por su posición crítica al “establehsment» eclesial y al modelo económico predominante, en Fratelli Tutti, refiere: “Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz.» (Papa Francisco, FT 2020).

Convulsionados por la crisis de salud y sus agravantes, también, enfrentamos la escena política, que hoy por hoy, se sitúa en el centro de la vida del país a causa de las elecciones a realizarse el domingo siete de febrero, en donde en designaremos al poder ejecutivo y legislativo para los próximos cuatro años. El voto responsable, fruto del análisis respetuoso y de una justa valoración a sus propuestas y muy distante de apasionamientos e intereses individuales y particulares debe primar para poder proyectar al país y a sus ciudadanos a la prosperidad y a un desarrollo humano integral.

Como nunca antes, este proceso electoral está inmerso en el progreso de las tecnologías de información y comunicación. Los espacios virtuales transforman y deforman a los candidatos, su pensamiento y sus propuestas, y, lo más grave, distorsionan la realidad con la difusión de noticias falsas y engañan a los electores con vídeos prefabricados de mucho valor económico, que lo único que hacen es develar la pobreza humana y espiritual que raya en el fanatismo, la intolerancia y la irracionalidad que conducen al enfrentamiento y al odio, incluso dentro de la familia y amigos más cercanos.

La discrepancia, el respeto y valor al pensamiento diferente es lo más saludable para superar el egocentrismo, el totalitarismos y pasar ser en este siglo XXI testigos y protagonistas del diálogo y consenso en función de los 17 millones de ecuatorianos y poder construir una verdadera democracia que se sostenga, primero, en principios y valores éticos y morales; en un desarrollo económico justo y solidario, en el respeto e independencia de funciones y que se amplíe a verdaderos acuerdos internacionales de paz y progreso.

Es el momento de escuchar al otro, buscar puntos de encuentro con quienes piensan distinto. Es el momento de empezar a recuperar la política, como arte de hacer el bien. Es tiempo de exigir un cambio en el lenguaje y forma de relacionarse con sus contendores. Es el momento de exigirles integridad moral suficiente para merecer nuestra confianza y voto.

Reconozcamos que en el encuentro y en el reconocimiento del otro, con voz y pensamiento propio, reconocemos también nuestras responsabilidades, derechos y libertades. El voto sea la expresión de que queremos una política de respeto consideración y valore al que piensa distinto.