Saber gestionar las acciones con ética, es lograr hacer las cosas con eficiencia, es la capacidad de transformar la visión empresarial en realidad. Marlon Cárdenas (2020).
El verdadero líder no alardea ni persigue crear una legión de fans que le adulen. El líder auténtico no crea seguidores; inspira a otras personas para que sean nuevos líderes. Esta es la gran diferencia entre los que sí son líderes y los que no lo son, porque el verdadero líder actúa con personas con capacidad moral, no con inmorales. Y cuando su liderazgo viene legitimado de abajo hacia arriba entonces no crea seguidores ni fans, está creando nuevos líderes, puesto que los seguidores suelen ser falsos creyentes, están con el líder por un claro interés, ya sea económico, personal, social, etc. Siguen al líder en la medida que les sirve para algo, pero no comparten su visión social.
El verdadero líder es capaz de inspirar a otras personas para que sean líderes de su propia vida, de sus negocios; sin necesidad de depender de la autoridad o del jefe. El verdadero líder fomenta el análisis, la reflexión y anima la toma de decisiones personales. En cambio, el seguidor hace lo que dice el (falso) líder. El líder verdadero consigue que otras personas aprendan a decidir de forma correcta por sí mismos, es capaz de inspirar para que otros gestionen su propio cambio; sabe aprovechar todo el flujo de información y trabajo que se genera en cualquier empresa y más que todo sabe gestionar con ética toda esa inteligencia y capacidad colectiva. No crea células independientes, sino que fomenta la colaboración dentro de la empresa para obtener una meta superior que beneficie a todos. Antes de ser líder, el éxito se trata del crecimiento propio. Una vez que te vuelves un líder, el éxito se define por el crecimiento de la sociedad que te sigue. Confía en la fuerza de tu cuerpo y corazón. Elige por estrella la autosuficiencia, la fe, la honestidad y la empresa. No toma demasiados consejos, mantiene el timón y dirige su propio barco, y recuerda que el gran arte de mandar es tomar una participación equitativa del trabajo. Pone fuego sobre la marca que quieres golpear. La energía y la determinación son las palancas que mueven al mundo.
Los líderes no nacen, se forman. Y se hacen de la misma manera que todo lo demás: a través del trabajo duro y permanente, porque un hombre siempre tiene dos razones para hacer las cosas: una buena razón y la verdadera razón. Los líderes sobresalientes hacen un esfuerzo extra para aumentar la autoestima de su personal, es aquella persona que acepta más de lo que le toca de culpa y menos de lo que le corresponde. Los líderes que ofrecen sangre, sudor y lágrimas siempre obtienen más de sus seguidores que aquellos que ofrecen diversión. Un buen líder lleva a las personas a donde quieren ir, es un repartidor de esperanza, son aquellos que impulsan a otros a ser mejores. Es elevar la visión de una persona, llevar su rendimiento a un mayor estándar y construir una personalidad más allá de sus limitaciones normales. Su trabajo no es ser complaciente con las personas, es empujar a estos grandes trabajadores hacerlos aún mejores. El desafío del líder, es ser fuerte, pero no rudo; amable, pero no débil; atrevido, pero no abusivo; considerado, pero no flojo; humilde, pero no tímido; orgulloso, pero no arrogante; tener buen humor.
El mejor líder es aquel que tiene el buen sentido de elegir buenos hombres para hacer lo necesario y suficiente autocontrol para no estorbar cuando lo hacen. La primera responsabilidad de un líder es definir la realidad. La última es dar las gracias, porque los grandes líderes son excelentes simplificadores. Pueden interrumpir cualquier argumento, debate o duda y ofrecer una solución que todos puedan entender y realizar. Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en algo más, entonces eres un verdadero líder.