El Ecuador flota en el vacío

Benjamín Pinza Suárez

“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. M. Luther King

El Ecuador es un globo de ensayo. El petróleo mareó a los gobernantes; otros países deben al petróleo su prosperidad, y sólo Irak su tragedia; pero nosotros, le debemos pereza y corrupción. Nuestro país pasó a comportarse como un paralítico que sobrevive con la venta de su sangre. Hemos tenido gobernantes débiles, sin presupuestos éticos y morales, pero audaces para cobrar por cada pinta de sangre mineral y para endeudar al país hasta las coronillas; presidentes indolentes con la soberanía nacional, que doblan la rodilla ante el amo del Norte y que no tuvieron escrúpulo alguno para matar nuestra moneda nacional.

Estamos viviendo la peor etapa de crisis económica, moral y de vacío político por la carencia de auténticos patriotas. Se ha creado un sistema político excluyente para crear intencionalmente el vacío, con el fin de instaurar un monopolio político. El vacío ecuatoriano tiene otra causa, que es la ambición acaparadora de media docena de individuos, dueños del poder económico y financiero y de partidos políticos que actúan bajo un sacrosanto hermetismo. Ellos han creado una etapa de incertidumbre, desconfianza, desigualdad, pobreza, odio, división, inseguridad y violencia. Son dueños de los poderes del Estado. Desde el Poder Judicial ponen y sacan jueces al sabor y gusto de sus enfermos apetitos y dictan sentencias a través del poder mediático; son dueños del Consejo Nacional Electoral y del Tribunal Contencioso Electoral que juegan a su antojo con la democracia; y, para remate, tenemos una Asamblea, en su mayoría, convertida en un escondrijo de discapacitados con uñas largas.

Cuando un candidato invierte millones de millones en una campaña electoral, no es candidato, es un empresario y como empresario, cuando llega al poder, no solo piensa en sacar lo que invirtió sino en lucrar de ese cargo porque ese es su negocio. Desde 1995 el Ecuador atraviesa una etapa tétrica y sin horizonte. Primero fue: la guerra con el Perú; luego nos endosaron la guerra con Colombia, después la quiebra de las casas de valores; luego vino la peste que secó las piscinas camaroneras; en seguida nos cayó el feriado bancario y con ello la más indignante y dolorosa migración de nuestros compatriotas que huyeron de la estafa, la pobreza y hasta los volcanes se enfurecieron. El pueblo ecuatoriano tiene manchada su piel en su debilidad orgánica: es de ceniza y se tambalea como un país de fantasmas en harapos. Y lo más grave es que se ha destruido su estructura moral donde la violencia verbal, física, la inseguridad, el femicidio, la delincuencia, el robo, los secuestros y asesinatos pululan por doquier.

Los programas de ajuste y las recetas del FMI aumentan el ejército de desocupados generando una brecha cada vez más grande entre ricos y pobres. La reducción del Estado, el deterioro de las políticas redistributivas, el peso de la deuda externa, los procesos de privatización, la crisis sanitaria, el estancamiento del aparato productivo y la angustia familiar por falta de trabajo, son las causas que van convirtiendo al Ecuador de una isla de paz, en un polvorín de inseguridad y violencia que flota en el vacío. Este no es el país que anhelamos para nuestros hijos; hay que buscar salidas, recuperar la confianza y la esperanza.