Año turbulento sin atender la adversidad

El mes de febrero del presente año se cumplió el primer aniversario de la infausta visita que en el mundo globalizado nos hizo el COVID-19, que trastornó totalmente nuestra forma de vida, grave y delicada situación que inesperadamente y sin preparación de ninguna clase que hasta la actualidad tienen que soportarla todos los habitantes del planeta.

En nuestro país el problema de la pandemia se vuelve más complicado por múltiples razones como el complejo proceso electoral que en una primera etapa según el CNE ha concluido, pero que el sector no favorecido con sus resoluciones las impugna dejándonos a los electores nuevamente en el limbo; lo que se anunciaba tenía que suceder, pues, a diferencia del pasado que los dos contrincantes discutían su triunfo en caso de no alcanzarlo en la primera vuelta y debatir para la segunda, porque ahora los contendores la disputan para participar como segundo para enfrentar al que lleva la delantera.

Nos ha tocado a más del conflicto electoral que presiona al CNE, con manifestaciones públicas que aumentan los contagios del virus, la inseguridad que desemboca con furia por los cuatro puntos cardinales y que el 26 de febrero ensangrentó los centros carcelarios ubicados en Guayaquil, Cuenca y Latacunga, actos de barbarie que por primera vez padece nuestro país y que ha motivado que las autoridades que tienen a su cargo la seguridad y actividades de los reclusos en los llamados “centros de rehabilitación social”, rimbombante título que en nada se aplica para rehabilitarlos cuando cumplan su pena y sean útiles a la colectividad, se preocupen de articular un plan global para solventar esos problemas y no con simples reuniones de autoridades para tomar medidas parches que seguramente no darán mayor resultado; situación que debe frenarse con intervención de todas las autoridades con una certera política de Estado, porque al ritmo que va la violencia en las calles fermentada por la delincuencia internacional se está convirtiendo en un extenso lago de sangre el país.

Como el aumento de la contaminación del virus COVID-19, continúa sin atención en los hospitales ya que todos los centros de salud están copados sin poder atender un mayor número de enfermos y la oferta de los millones de vacunas por las municipalidades se entorpece por regulaciones gubernamentales producirá una mayor crisis sanitaria, ya que a más de lo anotado, los organismos gubernamentales están dedicados a enjuiciar a quienes según ellos no debían vacunarse con la incomprensible utilización del término “vulnerables”, habida cuenta que todos lo somos y requerimos tener acceso a la vacuna, de ahí que el programa de vacunación debe ser para atender a toda la población en el menor tiempo posible.

Actualmente surge la interrogante ¿estamos o no preparados para enfrentar las adversidades? de las que ningún ser humano está excluido de padecerlas y eso lo observamos todo el tiempo ya que están adosadas a la vida de los humanos y todos en algún momento las padecemos, que son las vinculadas a la salud, al sentimiento y la situación económica que están relacionadas con el manual de lectura o de sintonía diaria al conocido horóscopo y que hace algunos años se difundía en las radiodifusoras y se grababa en los discos con canciones inolvidables que las interpretaba entre otros Carlos Gardel, en la parte pertinente decía: “tres cosas hay en la vida salud, dinero y amor…”; entonces debe responderse a la interrogante solucionando con la urgencia requerida las adversidades que hasta el momento permanecen intocadas y sin solución de ninguna clase.