El 2021, pese a la pandemia, ha sido el año de los levantamientos populares en la mayoría de las naciones de nuestro continente. Las causas de estas rebeliones tienen una gran diversidad. Para profundizar en el análisis les presentamos algunos fragmentos del artículo “La rebelión de los pueblos latinoamericanos y el futuro” de Javier Tolcachier:
“La heroica resistencia del paro colombiano ante un Gobierno criminal, la rotunda victoria del despertar chileno en las elecciones constituyentes, la avalancha de votos para un poco menos que desconocido maestro rural en el Perú y la gran marcha en curso para defender la voluntad expresada en las urnas; la movilización en más de 170 ciudades brasileñas exigiendo a viva voz la finalización de un Gobierno militar apenas recubierto por una fachada payasesca, el regreso triunfal de los movimientos sociales campesino indígenas al Gobierno en Bolivia, el relevante papel de la asonada indígena en Ecuador, son todos fenómenos que se inscriben en esta rebelión masiva.
¿Qué significa el cuadro? ¿Entran la tendencia institucional y la política de las calles dentro de una misma ecuación? ¿Cuáles son las intersecciones, cuáles las disonancias? ¿Qué puede divisarse más adelante?
La veloz, repetida y mortal expansión del Sars-CoV-2 en la región ha sido una muy dolorosa daga en un tejido social y sanitario desarticulado por el neoliberalismo y recompuesto solo de manera parcial por los gobiernos progresistas de la década ganada.
Al mismo tiempo, la banca especulativa y sus controladas corporaciones multinacionales, en particular las del rubro digital y de tecnología avanzada, aumentaron sus ganancias de manera astronómica.
Afectados particularmente por este panorama de desigualdad y falta de futuro, son las y los casi 160 millones de jóvenes que habitan la región. En el marco de una crisis sistémica de empleos formales, una marea juvenil inunda las calles con trabajos precarizados para conseguir sustento.
Los jóvenes son además las víctimas predilectas de la discriminación y la violencia institucional. Basta ser joven para ser sospechoso, hecho agravado y mortalmente peligroso si la piel es oscura y se habita en un barrio periférico.
En este tiempo de movilización general, es muy relevante el accionar de las mujeres, en particular, de las más jóvenes. La progresiva y a la vez veloz conquista de espacios marca una línea histórica sin regreso: las revoluciones serán feministas, igualitarias, ya sin trazo alguno de discriminación de género, o no serán.
La raíz indoamericana y afrodescendiente que la avidez y la crueldad pretendieron sepultar, brota hoy con energía indomable reclamando la justicia negada, libertad, reconocimiento, reparación y autodeterminación.
La plurinacionalidad en sustitución del supremacismo y el racismo, el cuidado del hogar común por sobre el absurdo del consumismo desmedido, la libertad de elección y la diversidad en vez del rígido monolitismo, la descentralización y la disolución de los monopolios forman parte de este nuevo sentido común.
La utilización de la ciencia y la técnica para exclusivo beneficio de toda la humanidad sin restricción alguna, el desarme nuclear, la irrestricta vigencia de los derechos humanos, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad y cooperación como principio rector de las relaciones entre las naciones, el repudio a la violencia y la discriminación como máxima de vida, son algunos de los principales componentes de este nuevo contrato moral humanista en ciernes.”