Ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios a nuestras tierras

En su obra musical denominada: Taki Ongoy, (Movimiento milenarista político religioso (1560-1572) contra la aculturación española), el cantautor Víctor Heredia, a propósito de la llegada de las naves de Colón a tierras americanas, el 12 de octubre de 1492, manifiesta: “Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz, en el que nuestros Dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces. No había dolores de huesos, no había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho. No había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó. Desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros cazadores; sus sanguinarios perros de guerra de ojos extrañamente amarillos. Sus perros asesinos.

Bajaron de sus barcos de hierro con los cuerpos envueltos por todas partes y las caras blancas, el cabello amarillo y la ambición y el engaño, la traición y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos; nada quedó en pie, todo lo arrasaron, lo quemaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron.

Cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aún arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las más grandes culturas del mundo, se propague y arda en una llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad y, de ser así, que se sepa la verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear la plata, el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos, como si pudiera haber castigo mayor que el de habernos equivocado y permitirles que entraran a nuestras casas, templos, valles y montañas. Pero no nos han vencido, hoy, al igual que ayer todavía peleamos por nuestra libertad”.

El doctor en Historia de América, Esteban Caballos, en sus escritos señala sobre las atrocidades que perpetraron los conquistadores en la irrupción de América, fue una invasión brutal de un continente en la que la desigualdad de los universos que entraron en contacto fue tal que se produjo un cataclismo de dimensiones bíblicas. En este sentido escribió Augusto Roa Bastos: “Lo que hubo fueron luchas terribles en las que las culturas autóctonas acabaron devastadas y sus portadores sometidos o aniquilados, como ocurre siempre en las guerras de conquista, en los largos y desordenados imperios coloniales”.

La Conquista, como se entendió en el siglo XVI, fue tan provechosa para Europa como cruel, destructiva y asoladora para el mundo indígena. Sus instituciones fueron subyugadas, sus culturas y sus lenguas aniquiladas y a esa diversidad política y cultural se le puso un nombre uniforme: es decir, indio. Este término tiene una indudable carga peyorativa pues los españoles llamaron así a los descendientes de aquellos primitivos pobladores de América, al creer que habían llegado a las Indias. La realidad fue absolutamente simplificada, pues, el indio como se entendió entonces, no era más que una abstracción creada por los vencedores.

Debemos aceptar que hay extensas zonas de América en las que la conquista todavía no ha sido totalmente asimilada sigue existiendo un sentimiento de nostalgia, quizás idealizado, hacia el mundo prehispánico. Creemos que el problema no es psicológico, ni cultural, sino social. Los indios fueron y son postergados, discriminados y olvidados tras la conquista hasta límites insospechados. Cinco siglos después siguen excluidos en un alto grado y hasta discriminados racialmente. Para que los descendientes de los vencidos puedan asumir sin traumas esta realidad se hace necesario que previamente se les repare moral y socialmente, integrándolos políticamente, devolviéndoles las tierras que les fueron arrebatadas a sus comunidades y respetando su pasado indígena. Aspiramos que cada 12 de octubre de cada año se instituya como el Día del Respeto a la Diversidad Cultural Americana, de reflexión histórica, de la resistencia indígena y de la dignidad latinoamericana. Así sea.