EL ARTE DE ESCRIBIR

P. Milko René Torres Ordóñez

Tengo en mis manos unas páginas libro de Luis Racionero, El arte de escribir. Emoción y placer del acto creador. Hago mías sus palabras porque, para quien tiene amor por la lectura y pasión por la escritura, la emoción y el placer de expresar experiencias profundas constituyen algo muy importante.

Una relación intrínseca que marca una identidad. Un modo de actuar, comunicar, vivir. En nuestra vida diaria nunca faltan las oportunidades para crecer y madurar. Para servir a la sociedad. Por construir un mundo mejor. Todos queremos crear una obra maestra. La poesía guarda su misterio. Hay versos que son obras de arte completas en sí misma. Siguiendo el análisis de Racionero sobre el pensamiento de Borges y otros, surgen algunas preguntas. ¿Somos capaces de determinar por qué un verso es genial y ayuda a escribir otros versos geniales? “Es indudable que el genio, aunque sea un don innato, se acrecienta razonablemente con el discernimiento de lo que es bueno y por qué lo es”.

La reflexión presentada habla del discernimiento que requiere capacidad, creatividad, visión, proyección hacia la construcción de un mundo nuevo. ¿Cuánto ayuda el arte de escribir? “Una facultad ya desaparecida-porque en el arte todo vale-que se llamaba crítica estética”. Nuestra Loja querida ha sentado cátedra, a nivel global, en el amor al arte, en todas sus expresiones.

Reafirma, una vez más, la razón por la cual es la cuna de cultura. Para escribir necesitamos hacerlo con estilo. No es fácil, requiere un gran esfuerzo que nace de la convicción interior. Podemos preguntarnos: ¿Por qué escribimos? Quizá contestamos con distintos argumentos, varias razones: búsqueda de celebridad, riqueza, tal vez como un acto necesario para su equilibrio psíquico, o, para ser leído.

En mi caso, me respondo abiertamente, porque me apasiona comunicar. En el contacto con un libro no encontramos únicamente tipografía, ni páginas abiertas, tampoco palabras muertas. Vive un autor que descubre su yo más íntimo que se expone a ser público y a recibir opiniones de todo tipo. Unas positivas. Otras negativas. Unas objetivas. Otras subjetivas. Unas tiernas. Otras crueles. Dice Tournier “un libro no tiene un solo autor, sino un número indefinido de ellos, pues cabe añadir en el acto creador a los que lo han leído, lo leen y lo leerán”. En el centro de este mundo estamos juntos. “En el arte de escribir encontramos un mundo imaginario que palpita, en el que conviven, sin pudor, las intenciones del escritor y los fantasmas del lector”, destaca Racionero.

Concluyo este análisis, y trato de determinar en qué consiste una obra maestra: compartir, comunicar, participar placenteramente nuestra creación para que llegue al lector. “¡Cuántos autores han transformado al lector en un inspirado! De esta manera, el lector llega a transformar al autor en un verdadero genio”. Puntualizo que la Palabra de Dios, el libro más leído en la historia de la humanidad, por la genialidad del Hagiógrafo, inspirado y actual, ha convertido a sus destinatarios en seres diferentes.