Esta es una pregunta recurrente, no solamente para mí, sino, estoy seguro, que para muchos de ustedes. ¿Cuándo tiene más fuerza esta expresión y hacia dónde nos lleva? La experiencia de la vida nutre nuestro cuerpo, alma y espíritu. Nos gusta viajar. Volver. Marcar, otra vez, el camino. Puede ser una buena terapia. Conveniente, o, no, recorrer el camino tiene dos alternativas (ida y regreso). Aunque mis maestros en la vida religiosa y en el Seminario Mayor, me inculcaron el valor de una regla de oro, enteramente ignaciana, de la indiferencia, la tendencia humana es pensar que volver es saludable. Otras personas piensan lo contrario. He vuelto, muchas veces, a mis antiguas parroquias.
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