El día del medio ambiente

Guillermo A. Chuncho V.

A propósito del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra el 5 de junio de cada año, instituido en 1972 por la Asamblea General de la Naciones Unidades, ONU, durante la apertura de la Conferencia de Estocolmo (Suecia), es necesario brevemente conocer su realidad.

Los componentes del Medio Ambiente, interrelacionados o concatenados armónicamente:  el aire, agua, suelo, flora, fauna y aspectos socioeconómicos, actualmente, por las acciones antrópicas, especialmente de aquellas políticas de los poderes económicos y políticos, que son minoría, que dominan al mundo, se encuentran en franco deterioro, llegando a estados  críticos que en algunos casos pueden ser irreversibles.

El aire se encuentra contaminado por gases, los más críticos: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4),  oxido de dinitrógeno (N2O), ozono (O3) y vapor de agua (H2O), que causan el efecto invernadero o cambio climático, cuyas consecuencias se manifiestan en: desglaciación de los polos y nevados; incremento de los eventos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones;  patógenos con mayor resistencia que producen enfermedades con mayor agresividad a  humanos, animales y plantas; etc.

El agua de mares, océanos, lagos, ríos y subterránea ,  un recurso vital, sufre un proceso de contaminación permanente por: microorganismos patógenos; desechos orgánicos; sustancias químicas inorgánicas; nutrientes vegetales inorgánicos; compuestos orgánicos; sustancias radiactivas; macro y microplásticos;  y, procesos  térmicos. 

Al problema de la contaminación del agua  se agrega la disponibilidad  de la misma.  Se estima que para el año 2025 unas dos terceras partes de la población mundial, es decir unos 5.500 millones de personas vivirán en zonas con insuficiencia de agua moderada o grave.  Según la Organización Mundial de la Salud hay 1.100 millones de personas en el planeta que no disponen de agua apta para el consumo y, unos 2.600 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de saneamiento. Cada año mueren más de 2.2 millones de personas, la mayoría de ellas en países en desarrollo, a causa de enfermedades relacionadas con las condiciones deficientes del abastecimiento de agua y el saneamiento, de los cuales el 90% son niños menores de cinco años.

Los suelos en el planeta se deterioran. El estado de los suelos se halla al límite o en mala o muy mala situación. Las amenazas más fuertes para la función del suelo son erosión; compactación y anegamiento; acidificación y salinización; contaminación; desequilibrio de nutrientes; pérdida del carbón orgánico que se asocia a la producción de gases de efecto invernadero; y, perdida de la biodiversidad. El estado de los suelos se empeorarán si no se toman medidas concertadas entre las naciones del mundo (Burbano-Orjuela, 2016) 

Las plantas componentes de los bosques, sin entender su importancia para el resto se seres vivos del planeta se las destruye permanentemente.        De 4 060 millones de hectáreas de bosques que corresponde al 31 por ciento de la superficie total de la tierra, se ha perdido 178 millones de hectáreas, entre 1990 y 2020, con un   ritmo de deforestación de 10 millones de hectáreas al año en el periodo 2015-2020 (FAO, 2020).

Además, según Varela (2021)   las plantas y los animales constituyen la diversidad biológica. Subraya que la vida de los seres humanos y del planeta depende de la variedad de especies animales y vegetales que conviven con nosotros. Lamentablemente se ha acelerado la pérdida de esta diversidad, en los últimos cuarenta años. Las causas de esta pérdida son: el calentamiento global; deforestación, agricultura y ganadería intensivas; sobreexplotación de recursos; introducción de especies invasoras; y, la contaminación.

En general, los componentes ambientales se formaron en cientos de miles de años; ahora un tiempo relativamente corto se los está destruyendo, su estado está directamente relacionado, se reitera, a las acciones: económicas, políticas y culturales de los países, especialmente de aquellos que ostentan el poder económico del mundo.  Para frenar su deterioro amerita cambios inmediatos y radicales  de estas acciones, de no hacerlo se derivará una crisis humanitaria mundial. No sirven los pronunciamientos meramente de buenas intensiones.