Lo pasado. Pasado está. Podemos dejarlo así también.
Maggie Nelson
Pinté de blanco todas las paredes,
cambié los vidrios de todas las ventanas
al baño y lavamanos le completé la cerámica.
Pulí y laqué el piso de Yumbingue,
instalé la conexión de agua caliente,
adorné la sala con floreros, cuadros y libros.
Leo a mi hija los cuentos que olvidaste,
guardé en una caja tus pijamas y aretes,
transcribí tus letras para completar mis poemas.
Uso tu cepillo de dientes en la cocina,
cambié de tierra y macetero a la sábila,
nuestras fotos las guardé en el kit de costura.
Compré un comedor y un armario de caoba,
vendí toda mi colección de discos de vinilo,
escondí los recuerdos debajo de la alfombra.
Escribo metáforas en vez de ensayos,
apago la cámara y enciendo un chamico,
leo tus cartas en la cárcel de la bohemia.
Hasta digo que no me importa la poesía
mientras construyo un plano con tus cabellos,
y me sigo preguntando: ¿por qué no hago nada?