Voto consciente y responsable

Benjamín Pinza Suárez

Los ecuatorianos no tenemos, lamentablemente, una democracia consistente, robusta y fuerte que nos garantice estabilidad, gobernabilidad y procesos democráticos justos, limpios y transparentes. Hoy en día, por causa de esta débil y enclenque democracia, los principales poderes y funciones del Estado que debieren ser los mejores referentes de estricto respeto a la constitución, a las leyes y norman que rigen a nuestra sociedad, tienen al país en zozobra. Unos poderes se sobreponen ante otros poderes, se entrometen en funciones que no les corresponde, irrespetan las normas del debido proceso y cada quien hace lo que le da la gana.

En medio de esta débil y anárquica democracia, nos enfrentamos a nuevas elecciones para elegir a autoridades nacionales, a representantes de los gobiernos seccionales y a una consulta popular. Ante este incierto panorama, la apatía de la gente cunde por doquier; no se observa, como en otros tiempos, el interés y el fervor ciudadano por participar activamente en la campaña electoral, salvo los que aspiran a captar algún cargo con el candidato triunfador.

Hoy más que nunca se requiere que todos los electores se revistan de serenidad para que su voto sea consciente y responsable. Votar consciente y responsablemente significa estar enterado de las condiciones que adornan al candidato de su preferencia, esto es, que en lugar de que su candidato sea un excelente insultador, difamador y solo se pase quejando de todo y por todo y culpando a los demás de su propia incapacidad, contrariamente sea una persona equilibrada, inteligente, preparada, honesta, auténtica, pragmática y bien intencionada; que demuestre con hechos el amor y patriotismo a su tierra, que tenga  capacidad de liderazgo, de diálogo y de asertividad; que conozca a ciencia cierta las necesidades de su ciudad, provincia y país y sepa cómo resolver esas urgencias. Ese es el voto responsable que se requiere para salir de este terrible pantano en el que nos han sometido.  

Cuando no existe el voto consciente y responsable, se corre el riesgo de afectar más de lo que está nuestra enferma democracia, porque el voto debe ser el resultado de un proceso educativo y voluntario de construcción de ciudadanía y apoyo consensuado al sistema democrático; por tanto carece de sentido que las personas sean forzadas a sufragar cuando estas no tienen ni idea de los candidatos, ni de sus propuestas, ni de sus ejecutorias, lo que se convierte en un atentado a su libertad en lugar de ser una verdadera expresión de su preferencia político electoral.

La juventud que no está contaminada de las prácticas politiqueras, debe ser  la fuerza más poderosa y garantista de los procesos de cambio radical que requiere nuestra ciudad, provincia y país y debe organizarse en colectivos juveniles para participar en las decisiones democráticas mediante los escenarios digitales relacionados con la comunicación y el marketing político que moviliza grandes ideales, objetivos y causas dentro de la opinión pública, y los canales para generar las acciones comunicacionales son las redes sociales. La juventud de hoy tiene mejores escenarios, herramientas y medios tecnológicos para influir en los procesos transformadores tan urgentes que necesita nuestro país, sin embargo, hay una especie de conformismo y adormecimiento de su espíritu rebelde que espantaría al mismo Juan Montalvo y que abona increíblemente al subdesarrollo y a las injusticias sociales de nuestro Ecuador, digno de mejor suerte.