Reflexiones en torno al tan proclamado y anhelado cambio

Numa P. Maldonado A.

Pasado el proceso electoral del 05 de febrero, analizado por muchos expertos y no expertos, y cuando aún no conocemos, en seis provincias, los resultados oficiales en la elección de alcaldes y prefectos, entre ellas Loja, obviando el análisis del nuevo mapa político nacional, vale recordar dos aspectos importantes: 1) En varias encuestas nacionales realizadas durante el proceso electoral, 8 de 10 entrevistados calificó de corruptos a nuestros políticos; y 2), la mayoría de candidatos a alcalde y concejales, y prefecto en Loja (y posiblemente en el resto del país) declaró la urgente necesidad de cambiar las viejas prácticas politiqueras de la mayoría de administraciones en los GAD, que tanto daño han hecho al desarrollo de la provincia; y casi juraron enmendarlas y trabajar con un solo objetivo: el desarrollo de Loja. ¡Lindo!

Lo expuesto, desde luego, no es nada nuevo; lo nuevo son las formas innovadoras de demagogia y camuflaje, y, por supuesto, de engañar a los electores prometiendo cosas irrealizables, aprovechando el enorme número de candidatos que permitió apenas una rápida enumeración de propuestas pero imposibilitó el conocer la estrategia proyectada para realizarlas. Justamente estas falencias se reflejaran durante el desarrollo de las nuevas administraciones seccionales. Desde luego, esto no sucederá si la propuesta fue bien concebida y limpia.

Precisamente, asumiendo que la nueva autoridad tenga un Plan de Trabajo honorablemente concebido y que, además, tenga también la capacidad de reconocer sus limitaciones y las buenas propuestas de otros candidatos, será mucho más fácil asumir un buen liderazgo institucional para bien de Loja.

Unirse, por ejemplo, por iniciar un importante proceso de lucha contra la desnutrición, la pobreza y el paternalismo, y por la educación formal e informal con valores, puntos fundamentales para, desde los GADs provinciales, dar un gran salto a lo que tanto se menciona, pero nunca se cumple o realiza: el cambio.

Porque la salud es el bien más preciado, y sin ella casi nada podemos hacer. Salud que se logra con una buena alimentación, estrechamente ligada a la nutrición equilibrada para cada grupo etario, que nos procura también buena salud mental y espiritual. Salud y buena nutrición, también muy dependiente de la Seguridad Alimentaria (con altos índices negativos en el país, porque se desprecia los productos orgánicos que ofrecen los huertos familiares campesinos y se prefiere los alimentos chatarra). Salud y Seguridad Alimentaria que, si las unimos a lo que siempre se ha ignorado o descartado, una Administración Pública con Valores y sin paternalismo, podemos cerrar un circulo virtuoso que permita salir de la larga crisis socio ambiental y moral. Y, al servir mejor a la sociedad nos convierta en buenos seres humanos.