Por: Sandra Beatriz Ludeña
Celebrar a Mario Vargas Llosa, personaje nacido en Perú, el 28 de marzo de 1936, —quien este reciente mes de marzo deshojó sus 97 primaveras—, resulta un necesario recuerdo ante un suceso de tal envergadura, por ser el Nobel escritor vivo de Latinoamérica, uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos.
Entre sus principales obras están: La ciudad y los perros, Premio Biblioteca Breve; Los jefes, Premio Leopoldo Alas; La casa verde, Premio Rómulo Gallegos; Pantaleón y las visitadoras, Premio Latinoamericano de Literatura. Obtuvo el Premio Nobel Literatura año 2010, Premio Cervantes 1994, y Premio Príncipe de Asturias 1986. Otras obras son; Conversaciones en la Catedral, La guerra del fin del mundo, La fiesta del chivo.
Vargas Llosa polémico y punzante alborota pasiones: es amado y muy amado, odiado hasta aborrecerlo y admirado hasta ser seguido como a deidad. Pero, no se puede negar que, gracias a su figura emblemática y a sus novelas, muchas generaciones aman la literatura. Su creación es aporte a la Literatura Universal que ha marcado huella.
Tanto es así que Cartas a un joven novelista es considerado uno de los libros más influyentes e importantes, por su deseo de democratizar la escritura, aunque en el fondo se trate de una antropología de la novela. Sin embargo, a manera de cátedra, Vargas Llosa se dirige a un hipotético interesado en escribir, o vivir, y desde allí, da sus consejos en una docena de cartas.
Así enseña técnica, estilo, estrategia, pero, sobre todo, nos hace ver que crear es algo superior, que lo que alguien puede hacer es guiarnos a leer y escribir, pero que un escritor empieza por una inclinación natural a imaginar, a fabular, y que el resto es producto del tiempo, dedicación, esfuerzo por convertirse en un narrador creativo.
En esta obra, lo más sobresaliente es comprender por qué se escriben historias: se escriben por inconformidad, por insatisfacción, por descontento, por rebeldía frente a la realidad. Dice él, que la novela no es más que la expresión de un anhelo; habla de figurarse un aspecto de la realidad, o, al menos, otro aspecto que permita vivir un ideal.
Por tanto, para Vargas Llosa escribir es un ejercicio de libertad, esa libertad que muchas veces es diseccionada, descuartizada, desmembrada, y de la cual se llena la boca el mundo, pero, no la conocen y menos la disfrutan.
Por todo esto, aprendí a conocer esta sabiduría de Vargas Llosa, el escritor generoso, que compartió sus certezas literarias, a modo de enseñanza para hacernos ver que el que escribe, no busca prestigio o dinero, sino que lo hace como satisfacción de una necesidad, la más imperiosa, la imaginación. ¡Feliz cumpleaños maestro!