Por quién no votaría

Pedro Piedra García

Centrado en las elecciones presidenciales y conmovido por el magnicidio del candidato Fernando Villavicencio, el electorado ha mostrado absoluta indiferencia a la postulación de candidatos para asambleístas. La mayoría de los candidatos en la provincia de Loja son desconocidos sin mayor trayectoria y, en ciertos casos, son los mismos candidatos de toda la vida, los caciques políticos de la provincia, que por décadas han estado dominando la escena política provincial. Son parte de la casta política decadente que por décadas ha medrado del tráfico de influencias y de los privilegios que se obtienen por tener representación política.

La presencia de estos caudillos políticos constituye una afrenta para el electorado, que aspira a la presencia de gente joven con ideas innovadoras. El caciquismo político es una forma de gobierno caracterizada por el control autoritario y abusivo sobre una región o comunidad. Es un sistema que se sustenta en la concentración de poder en manos del cacique y en su capacidad para manipular y ejercer influencia sobre los ciudadanos y los procesos políticos.

Los aspectos negativos del caciquismo político son múltiples. En primer lugar, se encuentra la corrupción, ya que los caciques suelen aprovechar su posición de poder para obtener beneficios personales a costa del bienestar de la comunidad. Esto implica el desvío de recursos y la falta de transparencia en la toma de decisiones.

El caciquismo político restringe la participación ciudadana y la libre expresión, ya que el líder cacique busca mantener su control absoluto sobre los mecanismos democráticos. Esto genera un ambiente de desconfianza, limitando las oportunidades de desarrollo y la equidad social.

En resumen, no votaría por estos candidatos porque el caciquismo político representa una amenaza para la democracia y la sociedad, al socavar los principios de justicia, participación y transparencia. Limita la libertad de los ciudadanos y fomenta la desigualdad, impidiendo el progreso colectivo y perpetuando las desigualdades existentes. La larga permanencia de caudillos políticos favorece la corrupción y la falta de transparencia en la gestión pública.

Es crucial combatir este fenómeno para fortalecer la democracia y garantizar una sociedad más justa y equitativa.