Desde cuándo se aprende a leer

Cuando tratamos con maestros temas de lectura, siempre nos preguntan ¿desde cuándo el niño aprende a leer? Ante tal inquietud sostenemos que el ser humano aprende, no solo a leer, sino muchas cosas del mundo, desde el claustro materno, en el cuarto mes de gestación, cuando la capacidad auditiva del feto está apta para captar las informaciones sonoras accesibles a su aparato auditivo. Entonces el bebé empieza a leer el primer libro de su vida, que es la voz de su madre, ese texto oral tan tierno y amoroso, combinado con una enorme carga psíquica que jamás olvidará.

A partir del nacimiento sigue leyendo el libro oral de su madre y poco a poco se van sumando otros textos como la voz de su padre, de sus hermanos; más las canciones de cuna, las nanas, las caricias, los cariños que le otorga el entorno familiar. Esta es la etapa preescolar donde el niño debe desarrollar la habilidad lectora; o sea, en la primera escuela de la vida: el hogar. Si aquí no se fomenta esta destreza, el niño tendrá dificultades, no solo en el idioma, sino problemas en todas las actividades del aprendizaje; no podrá aprender matemáticas, ciencias naturales y otras.

Insistimos que la formación lectora, debe iniciarse antes y después del nacimiento del ser humano. En los primeros meses de nacido, la madre o la educadora que tiene en sus brazos al bebé, no solo que debe colmarle de cariño, sino que debe transmitirle lenguaje poético, que suene a música, a canciones, a dulzura, a través de voces rimadas, sonoras y reiterativas. Solo así los bebés serán “lectores” de la palabra fina y delicada o quizás “oidores” de ritmos que agradan a su oído. Así se desarrollará la sensibilidad auditiva.

Y el proceso lector sigue su curso. Cuando el niño ya aprende a manipular objetos con sus manos, la madre le entregará un objeto llamado “libro”, para que él lo descubra, así como lo hace con otros juguetes y, el pequeño lector “hojea” y “ojea”, lo toca, lo huele, lo muerde, lo pliega, lo chupa, lo escucha, va y viene por la superficie y volumen de las páginas. Lo lee con los ojos, las manos, los oídos, la lengua y la nariz. Ha desarrollado el sentido táctil, visual, auditivo, olfativo y gustativo.

En los espacios infantiles de la etapa parvularia, se incorporarán a la actividad lúdica, textos de la tradición oral, como los juegos con las palabras, con los sonidos, las rimas, las retahílas, las rondas; más tarde, los trabalenguas, las adivinanzas, los juegos semánticos como: libra-libro, el palo-la pala, el velo-la vela, paso-peso, pelo-pela, los juegos como aserrín aserrán y tatos más.

Con estas vivencias, amasadas en la etapa preescolar y parvularia, vendrá la vida escolar del niño, aventura gratificante donde tendrá en sus manos aquel objeto llamado “libro”, que debe ser un texto cargado de imágenes agradables a todos sus sentidos (libro-álbum). Y según la neuropedagogía de la lectura, esto será posible cuando el niño pisa los umbrales de los 5 o 6 años.