Con el tradicional llamado de escobas, cepillos, trapeadores… y su inconfundible silbido, don Fausto Cornelio Quinche anuncia su presencia en las calles de Loja. Un personaje que a través de este trabajo se gana la vida.   

Labor

Don Fausto Quinche, un ícono de urbe lojana, actualmente, tiene 52 años de edad. Nació en la parroquia Nambacola, cantón Gonzanamá, un 23 de noviembre; pero desde pequeño reside en la ciudad de Loja. Es soltero y cuida de su mamá.

Todos los días recorre gran parte de la ciudad vendiendo sus escobas, trapeadores y cepillos, en general, artículos para lavar el baño. La actividad lo ha venido haciendo desde hace más de 30 años. Antes se dedicaba a reparar calzado.

Relata en exclusiva a Diario Crónica que sale a las 08h00 desde el sector de la Cooperativa Pío Jaramillo, lugar donde reside, sube a Época, baja a la Tebaida, pasa al Panecillo, luego se dirige hacia El Valle, Terminal, Celi Román, entre otros sitios. Llega a su casa a eso de las 18h00 a 19h00.

Señala que el producto lo adquiere en una fábrica a un precio y él lo venda a otro, esto le permite obtener un ingreso que le ayuda a subsistir junto a su madre; por la venta de un producto, la ganancia es de 0,50 centavos a USD 1.  

A pesar de los años, su tradicional voz no ha disminuido, agrega que tal vez es por la buena alimentación, ya que consume mote, granos y más productos naturales. Tampoco, por cargar tanto peso (casi dos quintales), le ha dolido la espalda o ha sufrido afectaciones en sus riñones, dice.

Días buenos y malos

Con su mirada llena de esperanza, don Fausto Quinche afirma que —como en todo negocio— hay días buenos y malos, solo ruega a Dios que le siga dando la fuerza para realizar esta actividad que le gusta, a pesar de ser sacrificada.

Aconseja a los jóvenes que “busquen muchas formas de trabajar y emprender”, y así dejar de lado los vicios —que dañan familias—. (I)