Campos Ortega Romero
Consideramos que el 14 de febrero, no sólo es una celebración simbólica de lo que representa el amor y la amistad en las relaciones humanas a nivel sociológico, sino una manera de entendernos como una entidad colectiva que necesita de determinantes emocionales como el apego, el afecto y el romance para poder cumplir uno de los niveles de realización personal que nos brinda identidad y satisfacción, camino y puente que nos conduzca a soñar con un mundo lleno de paz y armonía donde gobierne el amor y la amistad del nuevo día, que nos guie a la consecución de seres humanos humanizados para el mejoramiento integral, para forjar nuestro futuro con nuestras propias manos y sueños, para reconocernos nosotros mismos.
Reconocernos a nosotros mismos implica, desaprender lo aprendido, como nuestras percepciones, creencias y temores que constituyen cadenas y aduanas que no nos permiten seguir adelante y realizarnos como personas, en definitiva inventariar nuestra cultura de miedos y de temores ocultos, que no son otra cosa que imaginarios que nos pueden frenar como si fueran paredes de concreto a nuestro alrededor, si no comprendemos así las situaciones, de hecho estas paredes imaginarias son así de peligrosas justamente porque ni siquiera somos conscientes de que no existen y que nos están frenando, como bien lo señala Bohan, para rescatar al hombre y mujer de nuestro tiempo es necesario decirles que sí podemos que todos y cada uno de nosotros somos importantes para convertirnos en seres críticos y reflexivos.
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