Luis Pineda
La situación de crisis que ha provocado la pandemia actual, nos obliga a buscar y rebuscar actividades que se conviertan en procesos educativos y lúdicos para sobrellevar esta dura realidad.
Una de las formas de resistir esta crisis es volver los ojos a las actividades cotidianas que a veces no las valoramos. Una de ellas es la lectura. Les ofrecemos un fragmento del artículo de Elizabeth Hernández sobre los comentarios del escritor Mario Mendoza en el Hay Festival de Colombia:
“Las reflexiones giraron en torno a la fuerza catártica de la literatura, donde el ejercicio de contar historias es entendido como patrimonio inmaterial, Mario Mendoza aclaraba de acuerdo a esta postura, que muchas personas son una suerte de analfabetas funcionales, es decir, gente que en teoría sabe “leer” pero jamás abre un libro, lo que convierte el “leer” en un ejercicio técnico, mas no un proceso mental que usa palabras para crear realidades.
Leer es pensar, de ahí el compromiso del escritor con la verdad, pero tener un compromiso con la verdad no implica que el escritor construya manuales del “deber ser”, un escritor no escribe a priori, escribe a posteriori de acuerdo a las reflexiones de Mario Mendoza, pues una vez se compromete con lo que quiere decir, viene la pregunta de qué hacer con ello, cuál será su efectico, su responsabilidad, lo que hace del ejercicio de la lectura y la escritura una militancia social, una resistencia a la microviolencia, a las injusticias del sistema.
El autor colombiano reivindica espacios culturales como Hay Festival y lo define como la posibilidad del debate y el encuentro, además ratifica su postura frente a las bibliotecas públicas como lugares de salvación, las define como trincheras sociales que pueden llevar a la emancipación, son espacios de inclusión dónde el dinero no es requisito para acceder a los libros porque están de forma gratuita esperando al visitante, al lector, al transeúnte para que encuentre en sus páginas la puerta a la libertad.
El eje central es el compromiso, la escritura como una forma de resistencia. Quiero desarrollar dos ideas, la primera es que yo creo que la lectura cambia o modifica al lector; la persona que lee literatura es diferente porque significa ser muchas personas. Por ejemplo, uno lee “Crimen y Castigo” sobre Rodia Raskolnikov de Dostoievski, y ve lo que significa la pobreza de un joven universitario, marginado, aislado solo que se traga las calles siempre monologando y cómo puede la desesperación llegar a un punto en el que este joven bueno termina siendo un asesino que mata dos ancianas en un momento de nervios, angustia y desesperación. Entonces, ser Rodia Raskolnikov es algo que te cambia porque a lo largo de todo el libro estás dentro del personaje, estás dentro de su cabeza, conoces su intimidad, sabes que sólo tiene una amiga de prostituta a la que le confiesa su crimen.”