La violencia y crueldad del gobierno de Colombia en contra del pueblo que lucha por sus derechos, se ha convertido en el escenario del heroísmo de los distintos grupos sociales. Merece destacarse el papel de la juventud colombiana que se ha convertido en un ejemplo para todos quienes habitamos la Patria Grande. Para acercarnos a esta realidad, les ofrecemos unos fragmentos de la entrevista de Carlos Aznárez a Magaly Pino:
“La cultura caleña, es decir el aleteo (baile típico de los jóvenes), la berraquera y la terquedad prendieron fuego a las calles. Ahí se hizo protagonista el barrio, y los pelados (jóvenes) que no tienen nada que perder, aquellos que no aceptan nada y ya no creen en promesas. Es decir, estos pelados, históricamente han sido abandonados y no tienen ninguna oportunidad económica fruto del desplazamiento y abandono histórico del sistema y sus políticas de guerra. Los muchachos no tienen oportunidad de estudiar y su costo para la inserción laboral es dificultosa.
Estos son los que crean, en la lucha callejera contra el Esmad, los escudos para protegerse, que atacan y se defienden con piedras, es la voz del movimiento popular que propone y legitima confrontar a las autoridades del gobierno, aun sabiendo que su más evidente estrategia es callarnos a balazos.
Esos muchachos y muchachas no temen perder. Nos decían a nosotros cuando entrábamos como organizaciones de derechos humanos a interlocutar: «Hemos perdido todo que ya no nos importa perder la vida, estamos dispuestos a todo». Hoy el pedazo, el barrio, como le llaman ellos, cuenta con una “primera línea” dispuesta a morir en la barricada. Cuenta con la colectividad humana que cocina, canta, pinta y cura.
Entonces, aunque ellos no tengan una propuesta política, hacen un llamado a cambiar el país. Es claro que a la política de la muerte la enfrentamos con la política del cuidado, con que siempre hemos intentado construir el mundo, en el cual tenemos el cuerpo y trabajo, y a otros para tejer.
Ahí comprobamos que aunque ellos no tengan suficientes estudios o un doctorado, nos enseñan todos los días en que los cruzamos en las calles.
Frente a este escenario popular, el gobierno comienza a aplicar otra modalidad y forma de conflicto, como el tratamiento de guerra y atropellamiento total cuando ingresa la policía con todos sus aparatos antiterroristas. Utilización de armamento pesado contra piedras y palos. Esto lo hemos visto porque nosotros caminamos los terrenos, saliendo desde muy temprano para posibilitar el encuentro entre jóvenes y permitiendo que tengan atención. En ese recorrido se dan escenas que vimos en ciudades con muchísima confrontación, donde las misiones médicas se arman en una esquina, en un garaje, en la caseta comunal, o la gente nos abre las casas para atender a la misión médica.
Un ejemplo claro lo tuvimos estos días cuando sale el Estrato 7, los barrios donde viven los industriales, los dueños de la economía y atacan a tiros a la comunidad organizada, a la minga indígena. Pero no es cualquier cosa, esta gente está más armada que la escuela sicarial, con fusiles, pistolas, camionetas blindadas. Disparan entonces a diestra y siniestra, y se puede ver en las imágenes que están acompañados por la policía.
Por eso, tenemos que pensar en cual va a ser la mejor forma de continuar en este ejercicio, esto no puede ser eterno y hay que imaginar qué vamos a hacer después de esto, cómo vamos a decirle a los muchachos qué hacer, cuando son ellos quienes están poniendo su cuota más alta en la lucha.
Por eso decimos que son ellos los principales protagonistas y no otros, que nunca han estado, que nunca los han incluido, pero que los visitan para acumulación electoral.