He leído mucho, pero mucho, y así, nació una obstinación, es como una idea de lo justo que hizo que cada frase de las decenas de libros leídos acerca de humanismo y justicia, se encarnaran en mí y dieron fruto, ahora lo explico:
Mi idea es, que para obtener lo justo primero hay que ser honesto. Será porque tengo en mi cabeza una sensación de injusticia, porque veo la discriminación que a diario se naturaliza y creo que es algo que no debe pasar, porque escucho historias injustas, que me hacen ruido, hasta que incomodan.
Recuerdo que en el quinto año de colegio, decidí hacer alfabetización, pero coincidió que en el programa estatal, se incluyó “Educación para la salud” y me tocó como trabajo de pregrado, el que se implementaba en barrios periféricos de la ciudad. Así fue como nació mi vocación de lucha por las causas sociales, me iba los viernes en la tarde, en el autobús que me dejaba lo más cercano de la Escuela de educación básica del barrio Obrapía, allí reunía a los padres de familia, para referirme a temas como “El dengue”, “La diarrea”, y más afecciones a prevenir.
En aquellas jornadas, observé tantas cosas que también necesitaban prevención, y en las que se tenía que hacer algo urgente, con las mujeres que tenían sobrecarga de trabajo doméstico, con el agua que era poco valorada en la ciudad mientras que en el campo era aclamada, con los medios y herramientas para hacer más en menos tiempo, y con la asociatividad para el trabajo.
Empecé a combinar las charlas con consejos para propiciar mejores resultados, ya no hablaba solo de deshidratación por diarrea, o fiebre por dengue, ahora, les inspiraba a que eviten la pérdida por desperdicio de tiempo y recursos, y que prevengan picaduras graves como la holgazanería, que hacen más daño que el mismo dengue.
Estos episodios me empujaron a hacer algo más por la sociedad, por eso, alterno a mi profesión principal como Contadora Auditora, busqué involucrarme en grupos de ayuda social, voluntariados, para mejorar las condiciones de enfermos, ancianos y niños abandonados, mujeres en condición de vulnerabilidad, privados de la libertad, e inclusive animales abandonados.
Conforme pasaba el tiempo, me di cuenta de que eso de llevar cuentas era un juego poco trascendente en comparación con ayudar al otro, por eso, decidí aprender a comunicar, porque vi que la sociedad tiene la gran necesidad insatisfecha, de descubrir el camino, saber ¿Qué hacer? ¿Cómo hacer?
Así nació la idea de hablar de emprendimiento, dar ideas para trabajo y planes. Di charlas en las que comunicaba qué se podía hacer para solucionar cada problema de los grupos vulnerables, y en ese son, me descubrí como obstinada por lo social. Es una fórmula segura de éxito.