Guillermo Chuncho
Manifestar que se tiene un gobierno del encuentro con el desempleo e inseguridad no es una apreciación política injusta, es una realidad sentida por la mayoría del pueblo ecuatoriano. Un sector de la población vive en la pobreza y extrema pobreza, a lo que se agrega la inseguridad generalizada.
Para el gobierno los mandatos constitucionales son indiferentes, por ejemplo, en el Art 66, numeral 2, se establece “El derecho a una vida digna, que asegure la salud, alimentación y nutrición, agua potable, vivienda, saneamiento ambiental, educación, trabajo, empleo, descanso y ocio, cultura física, vestido, seguridad social y otros servicios sociales”. Estos derechos, en la práctica, son cada vez más limitados: los pequeños agricultores que dan el sustento de alimentación, viven a su suerte y vaivén de los intermediarios, por lo que se sienten forzados a abandonar el campo; obreros sin trabajo; profesionales con cuarto nivel en la desocupación; y, cesaron a centenares de jefes de familias ecuatorianas de los cargos públicos. No existen políticas que garanticen el trabajo y empleo, se habla de emprendimientos, pero sin generar un ambiente adecuado para los mismos.
Las consecuencias de este escenario político, social y económico, lamentablemente son: desempleo progresivo; pobreza; extrema pobreza; y, emigración de ecuatorianos, a costa del riesgo de sus vidas y desintegración de sus hogares. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, INEC, la tasa de desempleo en diciembre 2021 fue de 4,1% respecto a la población económicamente activa, PEA, lo que equivale a 356.725 desempleados y si se toma en cuenta la población de edad de trabajar, PET equivaldría aproximadamente a 523.096 ecuatorianos desempleados, situación que ha generado pobreza y extrema pobreza. Según el mismo INEC adiciembre de 2021, la pobreza fue 27,7% y la extrema pobreza 10,5%. Lo más crítico es en el área rural, la pobreza alcanzó el 42,4% y la pobreza extrema 20,3%. Los pobres tienen un ingreso de 85,60 dólares/mes (2,85 dólares/día) y los de extrema pobreza 48,28/mes (1,60 dólares/día). ¿Será posible que un sector de la población pueda vivir con esta cantidad de dinero diario?, imposible. Frente a esta realidad de miseria existe indolencia y acción deshumanizada del poder económico y político que nos gobierna. El encuentro ahora es con el desempleo, la pobreza y la extrema pobreza.
A la par de la pobreza y extrema pobreza, los ecuatorianos vivimos en una época, quizás como nunca en la historia, de zozobra o pánico. La seguridad es incierta.
Es inconcebible que en la cárceles, especialmente en la penitenciaría de Guayaquil más sobrepoblada del país y una de “las más crueles del mundo”, en al finalizar el 2021 se hayan dado masacres masivas, se considera que más de 300 reclusos fueron asesinados.
De enero a 16 de febrero de 2022, según datos de prensa, se han registrado 364 muertes violentas, los mayores casos son en las provincias de: Guayas 214; Manabí 45; Los Ríos 43; Esmeraldas 37; y El Oro 25. Hemos llegado al encuentro con la inseguridad y los asesinatos violentos. No se observan medidas radicales para evitar esta realidad que azota al Ecuador. Tampoco se toma en cuenta lo que en la Constitución en su Art 393 establece: “El Estado garantizará la seguridad humana a través de políticas y acciones integradas, para asegurar la convivencia pacífica de las personas, promover una cultura de paz y prevenir las formas de violencia y discriminación y la comisión de infracciones y delitos. La planificación y aplicación de estas políticas se encargará a órganos especializados en los diferentes niveles de gobierno”
Los hechos son los que cuentan, en nuestra Patria se expande la miseria y la inseguridad.