Fernando Oñate
Hace poco me obsequiaron una pequeña tarjeta con la siguiente cita “No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6). Aquella frase escrita por el apóstol Pablo hace casi 2000 años, se ajustaba a lo que sentía en ese momento, parecía que había sido recién escrita para mi.
Una de las tantas desventajas que tenemos los seres humanos, es sentir cansancio cuando realizamos una actividad que demanda un esfuerzo mayor, o requiere alta concentración, mucha habilidad o esfuerzo físico. No solo nos cansamos físicamente, sino también emocionalmente. Pero el apóstol Pablo nos dice “No nos cansemos de hacer el bien” y la pregunta surge: ¿Es posible que nos cansemos de hacer lo correcto, que nos cansemos de hacer el bien?
Podríamos en algún momento ser tentados a dejar de hacer el bien, pero veo poco probable caer en esa tentación si en nuestro corazón están grabadas las palabras de Jesucristo: “Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. ¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo. Sean compasivos, así como su Padre es compasivo. No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará. Den, y se les dará” (Lucas 6)
Nuestra naturaleza humana parece tener inclinación a hacer el mal, pero como decía el apóstol Pablo “No se dejen vencer por el mal; al contrario, venzan el mal con el bien” (Romanos 12), ¿Cómo hacerlo? el apóstol Santiago nos da la clave: “despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida” (Santiago 1).
Finalmente, si no desmayamos cosecharemos a su tiempo. ¿Que cosecharemos?, pues lo que hayamos sembrado; si sembramos el bien, cosecharemos el bien, si sembramos el mal, cosecharemos el mal, el apóstol Pablo les decía a los Gálatas “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gálatas 6)