Diego Lara León
La cerámica es una industria milenaria muy importante, gracias a ella tenemos pisos y paredes de gran calidad y de muy buen gusto, también esculturas, adornos, jarrones y por supuesto la vajilla, macetas y demás productos que se elaboran a partir de trabajar la arcilla con manos hábiles. La cerámica es muy útil en la ciencia médica, aeronáutica, automotriz y por supuesto en la industria de la energía.
La arcilla, que es la materia prima principal de esta industria, se la extrae literalmente de las entrañas de la tierra. El siguiente paso es mezclarla con otros materiales e hidratarla para así obtener lo que se denomina “pasta cerámica”. Mientras más tiempo de madurez tiene esa pasta, la calidad del producto final es mejor. Así lo entendieron los milenarios ceramistas chinos. Como todos sabemos, la cerámica china es reconocida como una de las más antiguas y bellas expresiones del arte mundial.
Un ceramista chino desenterraba la pasta que su padre o su abuelo elaboró muchos años antes, para con este material hacer hermosas piezas cerámicas. A su vez este ceramista dedicaba gran parte de su tiempo a preparar pasta que jamás él la aprovecharía, pues deberían pasar años para que tenga la calidad necesaria, es decir, serían sus hijos o sus nietos quienes “cosecharían” lo que él sembró.
Los grandes proyectos, las grandes industrias, los emprendimientos que generan impacto, toman muchos años en consolidarse, nada es “de la noche a la mañana”. Es por ello que un pequeño emprendimiento que nace en el seno de una familia o de un grupo de amigos demora décadas en convertirse en un gran emporio industrial. Para llegar a este objetivo a más de la tenacidad, esfuerzo, conocimiento, visión y riesgo, se requiere estabilidad a largo plazo, se necesita generosidad para entender que lo que hoy siembro con mucho esfuerzo, quizá no seré yo quien lo coseche o quien lo aproveche.
En los proyectos exitosos sobre todo del sector privado vemos que un gerente, un presidente o un grupo directivo permanecen 10, 15 y hasta 20 años al mando de este proyecto. Eso es normal, así debe ser, nuevamente recalco que los grandes proyectos se consolidan en el largo plazo. La sumatoria de varios cortos plazos nunca da como resultado un largo plazo.
Siempre me he preguntado ¿por qué no se genera desarrollo al mismo nivel en el sector público? Son varios los parámetros que influyen, pero ya que hablamos de estabilidad analicemos que pasa con quienes están temporalmente a cargo de la administración de la cosa pública.
Un mandatario no puede permanecer tantos años al frente de un gobierno, y eso está bien, porque es sector público y debe haber alternabilidad. Lo que no debería faltar es un plan a largo plazo, seguramente lo que si falta en algunos de los mandatarios es desprendimiento y generosidad. Una autoridad electa por votación popular es un político, que en la mayoría de los casos busca cosechar dentro de su periodo una buena parte de lo que sembró, eso se considera una estrategia para asegurar su futuro político inmediato. Por estas razones varias de sus obras son a corto plazo y por ende de impacto económico y social menor. Otros, un poco egocentristas, no quieren que el mandatario que venga a continuación coseche lo que el sembró. Esas actitudes sin duda retrasan el desarrollo de la sociedad.
No pretendo decir con mi comentario que lo público deba ser igual que lo privado. Lo que pretendo decir es que los valores y la visión a largo plazo deben ser transversales. Nada grande se construye de la noche a la mañana, lo que crece como la espuma tiende a desaparecer a la misma velocidad, el crecimiento sostenido es lo que debemos procurar y convertirlo en desarrollo. El éxito futuro requiere disciplina y restricciones en el camino.
Seamos como los ceramistas chinos: generosos y disciplinados.
¡Sembremos hoy para que nuestros hijos y nuestros vecinos cosechen mañana!