La casa de mi amigo
Diego Lara León
Viajar a Loja en el vuelo de mañana en cualquier día de la semana es un ejercicio social muy interesante, uno se encuentra con lojanos que buscan regresar a esta maravillosa tierra, otros que vienen a trabajar, de paseo, otros que preguntan, “¿el avión se mueve mucho?”, en fin, me gusta “madrugar” para cumplir aquella interesante aventura. En mi último viaje, coincidí con un conocido con el cual no habíamos conversado durante mucho tiempo. Como buenos lojanos, hicimos un repaso de varios temas, la salud, la política y los amigos. Me contó con tono de sorpresa e incredulidad que una persona conocida de él y buen amigo mío, había comprado una bonita casa en un lugar de alta plusvalía en Quito. Yo le expresé mi emoción, porque conozco a este amigo y sé de su trabajo, de su inteligencia y del esfuerzo que hace todos los días por crecer junto con su familia. “Que alegría” le dije, “él se merece eso y más”.
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