Numa P. Maldonado A.
Superando estos momentos de crisis emocional, he logrado hilvanar unas cortas frases de despedida a un amigo de toda la vida, como tú Félix Paladines, en esta circunstancia que, por incomprensibles designios del destino, partiste a ese inescrutable viaje a la eternidad.
Nos conocimos desde la infancia, cuando fuimos compañeros de primer grado en la Escuela Miguel Riofrío y terminamos juntos la primaria, aún inocentes y empezamos juntos el colegio, en el mismo paralelo, hasta graduarnos también juntos, en junio de 1957, de bachilleres de la República, en el querido Bernardo. Durante ese espléndido e inolvidable período de inquietos adolescentes, conformamos la jorga juvenil con Agucho, tu recordado hermano, Pitito Cabrera, el Flaco Carrión., el Pecoso Añasco, el Pito Álvarez, René Beltrán y Miguel Ulloa; constituimos el Maginot Club; trabajamos en vacaciones adoquinando las calles de la ciudad y, con Agucho, la Pata Torres y el Negro Kléver Ontaneda, formamos el casi invencible equipo de básquet del Bernardo Valdivieso…
Cuando estudiantes universitarios, nos separamos por corto tiempo, porque fuimos a estudiar a otros países siguiendo carreras diferentes. En mi caso, de regreso a Loja y con título profesional, y cierto grado de madurez, otra vez coincidimos en nuestra ciudad, donde encontramos trabajo y, a partir de entonces, nunca más la abandonamos. De tal modo que, unidos no sólo como vecinos y los indisolubles nexos de amistad, sino por los de afinidad ideológica y deseos de servicio: primero como docentes universitarios, formamos el recordado movimiento FIRU, un importante punto de quiebre en nuestra formación intelectual bajo el liderazgo de Marco Placencia; incursionamos en política por el FADI, en la éxitos campaña de 1984 e hicimos presencia activa en instituciones nacionales de Cultura como la CCE-Loja y la ANH-capitulo Loja. Y hasta en pequeñas empresas como CLIMA o participando en calidad de entusiastas consultores… Una suerte de amistad larga, con encuentros coincidentes, sincera e indestructible, que sin duda alguna, por las ventajas que ofrece la misma amistad tomada como valor, nos dio salud, larga vida (la mía no sé hasta cuando) y nos ayudó a forjar la personalidad, mientras nos desarrollábamos compartiendo lecturas y experiencias, y respetando nuestros puntos de vista. Amistad pura, sana, noble, que la estrechamos más organizando los diferentes encuentros con nuestros queridos compañeros de colegio, a los 30 y 50 años de haberlo abandonado, y en los últimos años con la pequeña conformada por Álvaro Tapia, René Punín, Germán Alfaro, Daniel Espinosa, Carlos Torres y Jaime, Wisho y Blader que se nos adelantaron…
Querido Félix: tus amigos y compañeros nos sentimos orgullosos de haber disfrutado de la amistad de un intelectual honrado y visionario como tú, un gran lojano, admirador de lo lojano y gran promotor de sus valores. De un ser humano generoso y apasionado, estudioso de la historia y la cultura que, esgrimiendo argumentos basados en investigaciones serias, nos deja escritos que permiten vislumbrar mejor la verdadera identidad de pueblo fronterizo y culto que somos. Y mejor equipados fortalecer la autoestima y abordar con mayor solvencia el proyecto de días mejores para Loja y el país.
Descansa en Paz. Hasta pronto y hasta Siempre