Ecuador con profundas fisuras

Benjamín Pinza Suárez

Los países endebles son el terreno propicio para el florecimiento de las redes criminales, para la violencia, la pobreza, las crisis humanitarias y las organizaciones terroristas. Cuando los  gobernantes no tienen sentido de Patria y carecen de políticas de Estado orientadas a resolver los problemas críticos y las urgencias sociales, es cuando los pilares de la estructura del Estado se agrietan gravemente.

Todos los candidatos a la presidencia de la república o a los gobiernos seccionales, conocen a ciencia cierta los problemas del país y por eso quieren llegar al poder para dar solución a los mismos. Ellos saben muy bien las obras que se han ejecutado, las que están en construcción y las que se han dejado de hacer y, además, están muy bien enterados del presupuesto que tienen estas entidades estatales. De manera que no hay pretexto alguno de pasarse el tiempo quejándose de las administraciones anteriores cuando el puesto les queda muy grande.

La carencia de capacidad y de visión política de los gobernantes, conduce al país no solo a la quiebra institucional, sino a la quiebra moral. Cuando el Estado no consigue controlar su territorio, proteger a sus ciudadanos, darle horizonte al país y enfrentar con sabiduría los problemas de la educación, la salud, la vivienda, la reactivación económica, la protección de los derechos y libertades ciudadanas y demás demandas sociales; se deja la puerta abierta a la oposición política y a la reacción de los sectores populares que, ante el deterioro del nivel de vida, el aumento de la pobreza, la corrupción y la delincuencia, no les queda otra salida que la protesta social.

El deterioro del Estado ecuatoriano es evidente, con tendencia a profundizarse más y más. La crisis económica y social crece cada día pese a contar con un alto precio del barril del petróleo que bordea los 118 dólares y con una reserva internacional sobre los 10 mil millones de dólares. Con tan inmensos ingresos estatales, es increíble que se haya agudizado la crisis  carcelaria, el sistema de salud, del Seguro Social, de la educación, de la producción y exportación de banano, la crisis pesquera, agrícola, la elevación de los combustibles, de los artículos de primera necesidad y la crisis de las propias funciones del Estado que se encuentran con gente encargada cumpliendo órdenes del poder central.

No es suficiente con solo haber tenido éxito en la vacunación cuando a la par los hospitales carecen de todo y el aparato productivo sigue estancado. Los escándalos de corrupción y la tensión social, política, carcelaria y de la misma policía y del ejército son a diario. Este es el país que tenemos lleno de graves problemas que se agudizan como si hubiera la estrategia de algún sector económico o social de ver saltar por el aire al Estado Ecuatoriano para, bajo el telón de esos escándalos, poner en marcha la privatización de las empresas públicas más rentables del Ecuador. Estas fisuras del Estado no solo se pueden resolver  con asistencia financiera, sino con un urgente compromiso social y político que resuelva estos problemas estructurales, compromiso que involucre a las élites locales dominantes que a la final son las causantes de estas crisis irracionales.