Campos Ortega Romero
La Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos expresa su profundo malestar y preocupación por la situación actual que vive el país, ante un Estado que se niega a oír el clamor popular y cuya única respuesta es la represión y una violencia estructural marcada, señalando que desde el 13 de junio, los pueblos y nacionalidades indígenas ecuatorianas, aglutinadas en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador (FEINE) y la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN) realizan un paro nacional exigiendo 10 puntos relacionados con derechos colectivos, alto costo de la vida y derechos sociales. Diversos movimientos sociales y populares también se han unido a las movilizaciones.
La reacción del Estado ha sido extrema y demuestra la violencia con la que reprime la protesta social. Hasta la fecha, la Alianza de Organizaciones de Derechos Humanos del Ecuador ha documentado 76 reportes de vulneraciones de derechos humanos, 6 personas fallecidas, 331 personas heridas y 152 detenciones.
De su parte, la CONAIE, la FEINE y la FENOCIN aceptaron el diálogo convocado por los cinco poderes del Estado. El 27 de junio, se discutieron varias propuestas, cómo resolver el precio de los combustibles y el decreto que expande la explotación minera. Esto se mostraba como una forma de resolver el Paro Nacional, que ya lleva varios días. No obstante, a la mañana siguiente, los delegados no aparecieron y el gobierno informó el abandono a la mesa de negociaciones. Pasados estos sucesos el Ministro de Gobierno afirmó que el Diálogo se retomaría bajo la medición de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, para buscar soluciones a la dura realidad que vive el país.
La idea de dialogar y buscar consensos en vez de confrontar y generar vencedores y vencidos es objeto de creciente y alentadora aceptación en el mundo contemporáneo. En diversos lugares, pero no solamente en el contexto político, se observa un interesante número de iniciativas de diálogo y concertación que son objeto de respuesta positiva de parte de las personas convocadas, la prensa y amplios sectores sociales. Para quienes creemos que es mejor la resolución suma positiva de los conflictos, esta tendencia es saludable y satisfactoria, especialmente cuando en muchos países del mundo vemos a diario las terribles consecuencias de la agresión, la violencia, y la búsqueda de desenlaces suma cero. Señala el Maestro Jorge Hugo Zalles Santiváñez, docente de la Universidad San Francisco de Quito.
Preguntamos ¿Cuál es la importancia del diálogo? Los estudiosos señalan que el diálogo no es una estrategia de talla única. No es una panacea para resolver todas las crisis del mundo en donde haya una profunda parálisis política o una larga historia de violencia. Más bien, el diálogo representa sólo una herramienta en la caja de herramientas de los hacedores de políticas—un proceso que es flexible y adaptable a diferentes contextos y países, y que resulta particularmente útil cuando las partes de un conflicto aún no se encuentran listas para negociaciones formales. El diálogo implica aprender y no sólo conversar. El proceso no implica solamente sentarse alrededor de una mesa sino modificar la forma en que las personas hablan, piensan y se comunican entre ellas. A diferencia de otros tipos de discusión, el diálogo requiere que la auto-reflexión, el espíritu de indagación y el cambio personal estén presentes. Los participantes deben estar dispuestos a tratar las causas fundamentales de una crisis y no sólo los síntomas que asoman a la superficie.
El diálogo no es una estrategia de talla única. No es una panacea para resolver todas las crisis del mundo en donde haya una profunda parálisis política o una larga historia de violencia. Ojalá el Diálogo resuelva en parte la problemática social en beneficio de todos los seres humanos que conformamos, este nuestro querido país. Así sea.