Lcdo. Augusto Costa Zabaleta
El agua líquido vital y vida perlática, calificativos genuinos y virtuales de este componente físico natural de valores instituibles que ha germinado, proliferado y perpetuado la vida indescifrables millones de años en nuestro planeta y ¿Quién pudiera descifrar científicamente e intuir de otras galaxias?, desde la era glacial y el devenir de las diferentes civilizaciones y manifestaciones evolutivas, como lo patetiza el sabio Charles Darwin en su obra “El origen de las especies’’.
Fundamentalmente, el agua se constituye inexorablemente en el factor esencial para el desarrollo sostenible, para la integridad del medio ambiente, conservación del ecosistema, la biodiversidad, y la erradicación del hambre y la pobreza, primordialmente protección y mantenimiento veraz de la salud y la vida; desafortunadamente esta verdad es proclive a la degradación, la contaminación y escasez permanente; de una explotación inmisericorde y de hábito indebido.
La equivocada cultura del abuso; la carencia de infraestructura para el aprovechamiento del líquido y sus desperdicios; la tardía captación que origina la evaporación constituye factores negativos para el aprovechamiento racional y suficiente.
América Latina es privilegiada en la existencia de potenciales fuentes de agua, caudales exuberantes y cuencas prodigiosas como las del Orinoco y Amazonas, a la inversa de otras latitudes como África, etc., y no muy lejos Centro América y México, este último condenado a que en cinco años más no tendrá agua potable para consumo urbano, en razón de que su duplicará su población.
Estos recursos hídricos, considerados como bien social, en pleno siglo 21, aún no llega a poblaciones rurales pobres, se han malgastado técnicas y presupuestos, precios y costos cruzados y tergiversados la política humanista, además se ignora la previsión de desastres y su escasez, ya que la subsistencia del consumo de este líquido vital requiere de la cultura socio ambiental.
El agua permanece en iguales proporciones cuantitativas, hay carencia en la optimización, para evitar que en pocas décadas se originen contiendas bélicas a iguales que el petróleo, y que gravitalmente transportemos el agua a grandes distancias, con costos indescriptibles y pugnas insondables.