Selección ética y estética de ámbitos de realidad

Galo Guerrero-Jiménez

En una gran mayoría de personas, y de toda condición social, existe un sentimiento de pesadumbre acerca del estado del planeta, dada la cantidad de información, en su mayoría, con noticias negativas de toda laya que se difunden en las redes sociales y que con facilidad confunden a la gente que cree al pie de la letra lo que estos medios anuncian, pensando que todo lo que ahí aparece y se comenta, es cierto. En todo caso, “sea cierto o no que el mundo esté empeorando, la naturaleza de las noticias interactuará con la naturaleza de la cognición para hacernos pensar lo que es” (Pinker, 2021b). Y ahí está el problema; pues, nuestra conducta mental asume una sobreestimulación de emociones confusas que deriva en sesgos cognitivos que no siempre son los más apropiados para responder ante el mundo de una manera adecuada.

Bajo estas circunstancias de desorientación, de miedo, de ansiedad, hostilidad e insensibilidad, estas personas llegan a creer que ya nada es bueno en el mundo y, por ende, sufren un gran vacío espiritual, dado que han llegado a perder el verdadero sentido en la vida, y con consecuencias nefastas porque les es difícil llegar a creer o a pensar que “lo deseable aunque complejo es diseñar la vida con objetivos a largo plazo, de modo que, aunque algo nos desvíe, podamos redirigirnos hacia nuestra meta. Quien no tiene ese proyecto, quien no conoce en qué se quiere convertir, y que no encuentre sentido a su vida, no puede ser feliz” (Rojas Estapé, 2022).

Pues, un proyecto de vida para enfrentar tanto bombardeo de noticias nocivas y de tanta lectura superficial en los medios electrónico-virtuales, consiste en aprovechar esos mismos medios para apoderarse de un lenguaje que nos permita enriquecer nuestro espíritu estético para aprender la lengua desde una actitud metalingüística y metacognitivamente, buscando temas sobre los cuales podamos aprender una serie de conocimientos que nos satisfagan personalmente hasta llegar a empoderarnos de ese cúmulo de ideas que las vemos y las sentimos como valiosas, bien sea en el campo de la ciencia, del humanismo, del arte, de la religión, e incluso de la política, porque se trata de actitudes y de elecciones personales que  puedan llegar a transfigurar nuestra manera de percibir el mundo, ya no desde el pesimismo, sino desde una iluminación mental en cuyo espíritu haya un proceso de crecimiento intelectual ético y estéticamente sentido.

En efecto, cuando buscamos ideales de vida grandiosos aparece una estética y una ética del pensamiento, porque nos hemos transfigurado a una nueva percepción mental del mundo. “En realidad, nuestro espíritu se enriquece sobre manera siempre que realizamos alguna transfiguración. (…). Nuestro proceso de crecimiento empieza cuando, por afán natural de crecer, transformamos un objeto en ámbito -o realidad abierta, donante de posibilidades- a fin de poder realizar con él diversas experiencias reversibles. Una vez transfigurada la realidad, debemos transfigurar nuestra actitud respecto a ella” (López Quintás, 2014).

Por lo tanto, desde esta nueva perspectiva, es factible seleccionar la información que recibimos y leemos virtualmente. Y qué mejor si acudimos a un texto de papel, debidamente seleccionado, cuya información científica, literaria, o de la índole altamente calificada que sea, siempre nos potenciará a una selección de ámbitos de realidad y, por ende, de un lenguaje enaltecedor para transfigurar esa realidad. “Así pues, nuestras mentes cuentan con unos mecanismos diseñados para leer los objetivos de otras personas, para, de ese modo, poder copiar sus actos y lo que con ellos pretenden” (Pinker, 2021a) hacer, de manera que nos podamos sumergir mental y lingüísticamente en esa conducta estética de transfiguración axiológica para que la vida florezca.