Los distractores sociales vs. la realidad

Por: Ruy Fernando Hidalgo Montaño

En verdad se me hace complicado, a estas alturas de mi vida, ver con mis propios ojos a donde nos está llevando la famosa globalización y los avances tecnológicos de última generación; me refiero a la desatención que mostramos frente a la realidad más cercana que nos rodea. Nos desentendemos de cosas y seres muy importantes para nosotros, y, por el contrario, prestamos atención a situaciones de absoluta trivialidad. Las redes sociales nos proveen de una información muy diversificada, pero resulta que, nos empeñamos en escoger, lo amarillista, lo grotesco, lo vulgar, lo que no deja nada edificante.

No satanizo los avances de nuestra era, lo que me deprime es el mal uso que les damos; influenciados por no sé qué fuerza oculta que manipula de manera soterrada nuestra voluntad y actos de cada día. Perdemos cada vez más el interés en lo que le ocurre al otro, los volvemos desechables, avalando con nuestro comportamiento, aquello de “tanto tienes, tanto vales”. Nos cuesta mucho brindar compañía, escuchar, tolerar a los otros, porque eso implica comprender sus defectos y realzar sus virtudes. Sobre todo, ¡cómo nos cuesta amar sin esperar nada a cambio!

Nuestros intereses van por otro lado, nos importa más lo que está en boga, que involucra a quienes nunca hemos visto (ni probablemente veremos jamás), que a los seres que comparten nuestra rutina todos los días. El mundo se desborda de interés por la canción de Shakira y el libro del expríncipe de Inglaterra, y poco o nada se inquieta por el hambre creciente en la humanidad, y por el futuro incierto del planeta. Quizá más de uno me dirá, ¿qué podemos hacer frente a eso? Y la respuesta es, tomar conciencia y mostrar el mismo interés que el mostrado por lo ventilado de la intimidad de los personajes mediáticos antes señalados.

El Ecuador es fiel reflejo de lo que digo, los distractores sociales nos envuelven en sus peligrosas redes y caemos en ellas sin poner resistencia, un escándalo tapa a otro, se suceden como un día tras otro, captando la atención de todos, descuidando la cruda realidad del país. Solo dan cabida a lo más bullado e inmediato, lo demás pierde importancia. Los medios tradicionales propagan en casi todos los noticieros hechos fuera de la ley, porque eso genera más audiencia; y mientras eso pase, los distractores seguirán apoderándose de la mente de la gente que pretende vivir de espejismos y descuidar la realidad en la que transcurre su vida.