(Todos los caminos llevan a Loja)
Por : Pedro Siniglesia.
Bienaventurados,
los fulanos,
los sultanos,
los perenganos
que de ellos no se sabe nada.
Francisco Torres Dávila
Como todo buen ecuatoriano
me informo previo a sufragar
no vaya a ser que venga fulano
a quererme el voto comprar.
Como los púgiles de coliseo
planean estrategias y cacerías:
¿renuncian a los privilegios?
están al acecho de la fechoría.
Como en una carrera de galgos
los sueltan para la competencia
corren atrás de la liebre de ciudad
a toda costa sin importar la meta.
¡Por el sillón al final del arcoíris!
¡Por una licencia minera i-legal!
¡Por las mototaxis para la bendición!
¡Por el héroe mítico que no viste traje!
Como los romanos y los bárbaros
los ciudadanos y los provincianos
¿protegemos las riquezas de la flor y nata?[2]
¡luchamos en contra del propio hermano!
Como las encuestas y las estadísticas
revelan quién se juntó al mejor postor,
las caravanas, fiestas y campañas políticas
son pretextos para justificar al “financiador”.
[1] «Campesino grave y reservado, chazo del campo, rústico y mal presentado, hombre bueno y fornido… no tiene ni siquiera el antojo de revelarse contra la injusticia… sus manazas llenas de callos… no saben amenazar al cielo” Ángel Felicísimo Rojas, Banca, 1994.
[2] La forma de “marcar distancia” con otros grupos sociales también se manifestó en el ámbito de las alianzas matrimoniales que establecieron las élites locales con descendientes de conocida nobleza de la localidad o de otras provincias. Según Büschges, las familias autodenominadas como nobles practicaron alianzas matrimoniales para mantener y asegurar su exclusividad social, por ejemplo, en el caso de los grupos sociales quiteños y del centro y norte de la Audiencia de Quito era una práctica recurrente. Sánchez D. (2022) Elecciones constitucionales en el corregimiento de Loja, 1813-1816. Universidad Andina Simón Bolívar, Quito.