La amistad y el amor, fuerzas que nos ayudan a ser más humanos

Campos Ortega Romero

A propósito de la celebración del Día del Amor y la Amistad, donde el predomino de la sociedad de mercado, ocupó el lugar supremo, para volvernos en público de supermercado, individualistas y superficiales, nos preguntamos corazón adentro, si todavía es posible que los seres humanos cultivemos la solidaridad y nos interesemos por algo más que la ganancia y los éxitos superficiales, como es lo más bello, cultivar la amistad, que está vinculada con el saber y el sentir. Nada hay de más valor que tener verdaderos amigos, donde los seres humanos dignos se reconozcan en el amor y la amistad. “El pájaro tiene su nido, la araña su tela, el hombre la amistad” señala Willian Blakue.

En el libro: Elogio de la amistad, Tahar Ben Jelloun nos habla de los amigos que le han acompañado a lo largo de su vida. “La amistad es una religión sin Dios, sin Juicio Final y sin diablo. Una religión no ajena al amor, a un amor donde se proscriben la guerra y el odio, donde es posible el silencio.” Para mostrarnos este jardín secreto, Tahar Ben Jelloun busca en su memoria y evoca de una manera muy personal toda una suerte de amigos: el amigo intermitente, el amigo de paso, el amigo desaparecido, el amigo reencontrado. Elogio de la amistad nos da la dimensión ética de un hombre que vive en un mundo dividido por el racismo y que ha hecho de puente entre dos civilizaciones. 

Elogio de la amistad, nos invita a reflexionar en torno a la amistad, establece que la amistad es más que un espejo, pues no sólo permite reflejarnos en el otro sino que consigue producir una observación  novedosa de uno mismo: “la mirada del amigo debería revelarnos, sin indulgencia, nuestra propia imagen”. Esto tiene sentido cuando se comprende que vivimos descubriéndonos cada día. Y por eso nos da pena el amigo embelesado por su ego que no sabe ver más allá de sus narices. Ben Jelloun, nos dice, algo que bien podría ser una lección de vida: “Considero que un amigo es alguien que no miente, no finge y habla con sinceridad, con la franqueza que requiere la amistad verdadera. Eso es lo que llamo exigencia amistosa: decir lo que se piensa, obviamente sin herir”. Lo cual tampoco es fácil, pues hay el amigo que sostiene su imagen a base de su auto idolatría y no quiere enterarse de aquello en lo que se ha transformado.

Reflexionamos que la amistad en nuestro tiempo si es posible, pero nada fácil, cuando el hábito del pensamiento y de la sensación  nos lleva a la sospecha, y a la desvergüenza del posible abuso del otro, siempre esperamos de aquel lo que somos incapaces de dar libremente y sin prebendas. Entonces hablamos de lealtad y fidelidad. Un amigo es la lealtad pura, es decir quién es exigente, es a la vez tolerante, su generosidad es inteligencia, se opone al capricho fortuito del otro. El amigo fiel es condescendiente a todo. Ser el amigo de alguien o tener uno, es una gran cuestión de fe que empieza en sí mismo, de ahí nuestra extrañeza a su abundancia, exige heroísmo.

El Día del Amor y la Amistad que promueve la sociedad de consumo, constituye una clara  muestra, señala Erich Fromm, que la destructividad no es innata, no es parte de la naturaleza del ser humano, sino una desviación  adquirida a través  de la historia y nacida de condiciones sociales, económicas, políticas e ideológicas de explotación. Pese a ello declara y prueba que podemos lograr que prevalezca el amor por la vida, que si puede llegar a predominar una convivencia tolerante, solidaria, amorosa, ecológica.

Entonces hagamos del día del amor y la amistad, una fuerza que nos ayude a ser más humanos, porque el amor es una forma de comunicación, es una liberación de problemas internos, de agresividad y en muchas ocasiones liberación de sentimientos de culpabilidad. Liberación que nos ayudará a comprender a nosotros mismos y a la propia existencia. La sonrisa es una flor del amor, pequeña si se quiere, pero en ella se expresa la amistad, la comprensión la confianza.

Amando somos capaces de fabricar esperanzas para la casa de nuestros días. Porque el amor es nuestra savia, su pérdida pone en crisis los cimientos de la existencia mientras se quedan sin verdad nuestras antiguas creencias. El amor es una fuerza misteriosa, como la canción que decía: nació la mañana, como si fuese la primera mañana. Te quiero y nada espero.  Con el corazón en llamas, mi agradecimiento infinito a todos los lojanos por haberme donado su amistad, y por esas palabras no dichas que me permiten seguir persiguiendo las huellas dejadas en esas caminatas compartidas por la ciudad de la vida, de las ideas y del amor. Así sea.