La justicia social vela por el bien común

Campos Ortega Romero

campolin2010@hotmail.com

El presidente Guillermo Lasso firmó el decreto ejecutivo 741 con el que disuelve la Asamblea Nacional dando paso a la “muerte cruzada”, acción que permite la convocatoria a elecciones anticipadas para renovar el poder Ejecutivo y Legislativo, constituyéndose por primera vez la aplicación en nuestro país. Ante esta realidad, el primer mandatario manifestó que la decisión tomada le “devolverá al pueblo la capacidad de decidir” sobre su futuro.

Comprendemos que el poder no es igual a la razón, aunque con mucha frecuencia, se suele decir el poder de la razón. Desde el inicio de la vida, el hombre ha procurado buscar, ejercitar y abusar del poder, en el sentido de dominar a la naturaleza, a los animales inferiores y al mismo hombre. Este poder ha sido dictatorial, como resultado de su forma de pensar y en base puramente egoísta, venida desde la herencia, aunque su pretexto, para salir de apuros y compromisos, parezca necesario, evidente, y hasta demasiado real, que equivale a considerar a los demás como un grupo ingenuo, ignorante, sumiso o simplemente descuidado. Así se puede evidenciar, en el informe a la nación por parte del presidente Guillermo Lasso.

Señalamos así por cuanto el informe nos establece como un país unitario, grande, donde impera la justicia social, como respuesta a la solución de los grandes problemas que nuestro país requiere para ello. Al igual que los anteriores gobiernos, el actual, nos recuerda, las bellezas paradisíacas, sus recursos naturales y su potencial humano, pero no se señala que atravesamos una crisis y desintegración moral, social y aun física, constituyéndose en uno de los países exponentes mayores de la corrupción en el ámbito mundial lleno de contrastes escalofriantes.

Mientras la mayoría de la población hace milagros por subsistir, el resto, es decir un minúsculo número de personas, llamados “politiqueros”, vive de la plata ajena y del sudor diario y febril de los demás, con un nivel que supera o por lo menos iguala al de los grandes jeques o magnates codeándose casi a diario con amigos y contertulios de la misma clase quienes controlan organismos internacionales centralizados y ramificados como en cadena, para imponer condiciones y actitudes inclementes y serviles para ejercer el don de la caridad que ellos suelen denominar “prestamos frescos”.

Tampoco se nos dice, pero si recordamos que la secuencia del último gobierno y gobernantes fueron y son comprometidos con los grupos hegemónicos agro-exportadores y con los representes de la banca privada que huele a incienso, devenida en la nueva cueva de Alí Baba más grande de la historia económica de la era republicana que recordemos, manteniéndonos en tal confusión y desencanto que puede desencadenar en un brote social de una gran onda explosión. Tampoco expresa que los acontecimientos que atraviesa nuestro país no es un hecho aislado y particular, que el fenómeno tiene nombre y apellido y se llama “globalización”.

 Sin duda alguna, nuestro país está inmerso en un acontecer palpitante. En un discurrir nervioso y amenazante, con ello de las elecciones venideras para elegir a las nuevas dignidades presidenciales y asambleístas sumado a ello el aparecimiento de las inculpaciones, los gritos destemplados de los actores de la política, donde cada uno reclama para sí la razón y verdad en sus actos, en la lucha por días mejores para el pueblo “explotado y dolido”, declarándose apósteles y defensores de la libertad y la democracia.

Frente a lo señalado, hay algunos detalles que nos pueden dar luz y llevarnos al camino correcto, evitándonos equivocaciones que pueden resultar nefastas en la elección. Si, por ejemplo, observamos que algunos de los candidatos se presentan como modelo de virtudes, alaba su grandeza y su trayectoria, su anhelo de servicio, su mística y su afán desinteresado de trabajo, pero al mismo tiempo, se siente ya elegido y así se manifiesta hablando —en tiempo presente— no como el posible presidente o asambleísta, sino como “desde” ya presidente o asambleísta, tenderemos que analizar bien las cosas. Esto significa que nos encontramos frente a un caso de “arrogantitis aguda” producto de la vanidad típica de quienes utilizan toda tribuna como escenario, de quienes están convencidos de ser superdotados y estar listos para gobernar no solamente a una nación sino al mundo entero, aunque hayan pasado dedicados a todo menos preparase para ello, por el solo hecho de estar seguros de ser los “predestinados” y que todo lo pueden.

Recordamos que la justicia social se caracteriza por ser uno de los valores sociales más importantes en la sociedad. La justicia social vela por el bien común y la convivencia armónica de la sociedad en que se vive. La justicia vela por el equilibrio entre el bien individual y el bien común basado en los valores humanos fundamentales. Así sea.

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