Por: Sandra Beatriz Ludeña
Hoy quiero compartir este pensamiento de Alejandra Pizarnik: “Escribo para que no suceda lo que temo; para que lo que me hiere no sea; para alejar al Malo. Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En este sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos”.
Cuando un poeta se sumerge en la nostalgia, difícilmente sale ileso, hacer una poesía surrealista, como la de Pizarnik, requiere manejar una fuerza mental y emocional que no atrape. El terreno de sentir es peligroso, diría pantanoso. Se empieza por extraer sentimiento y extrapolarlo a la escritura.
Sin embargo, la poesía puede tendernos una trampa en ese descenso de recuerdos y evocaciones. El arte de escribir poesía debería permitirnos sanar la desgarradura como dice Pizarnik.
Pero, si al sentir todo se ensombrece, esta autoprofecía será cumplida, y por ello, es preferible no intentar sanar extrapolando sentimiento. Las ideas de perdón, amor propio, auto-aceptación, pueden darnos el alivio que no se encuentra en ningún otro lugar, no obstante, desde las cenizas se renace solamente si se ha aprendido a comprender esas profundidades.
En algunos casos la herida fue de muerte, recordemos la Generación Decapitada, una agrupación literaria ecuatoriana, formada por cinco escritores que vivieron en las primeras décadas del siglo XX. Medardo Ángel Silva, Ernesto Noboa y Camaño, Arturo Borja, Humberto Fierro y Félix Valencia Vizuete.
Estos grandes escritores son los precursores del Modernismo en Ecuador, y se cree que fueron influenciados por el movimiento Modernista de Rubén Darío y por la poesía simbolista francesa. En vida intercambiaron creaciones y poesías, por sus afinidades, sin embargo, aunque el estudio de la Literatura los unió en la Generación Decapitada, en la realidad nunca formaron una agrupación literaria.
Fueron incluidos en tal grupo por su prematura muerte: Medardo Ángel Silva murió a los 21 años de edad, Noboa a los 38, Borja a los 20, Fierro a los 39, Valencia a los 32; todos estos poetas estaban heridos, tenían herida de muerte, cayeron en la trampa de sentir. Tres de ellos se suicidaron.
La Generación Decapitada fue atribuida a estos personajes por periodistas e historiadores que al leer su poesía encontraron similitudes entre sus expresiones poéticas; y propiamente la distinción “Decapitada” proviene de su triste final, al haber escogido morir a tan temprana edad.
Finalmente, Pizarnik, con quién inicio este comentario, también se quitó la vida. Es por esto que, el proceso de escribir puede tener un alto precio, sabiendo que todos estamos heridos. Sentir es sentir.