Las cruces sobre el agua, bautismo de la clase obrera ecuatoriana

Campos Ortega Romero

campolin2010@hotmail.com

La obra literaria: “Las cruces sobre el agua”, editada en 1946 de la autoría de Joaquín Gallegos Lara, constituye testimonio vivo de la resistencia heroica de los obreros, mujeres y pueblo pobre de Guayaquil que fueron masacrados, por la mayor represión militar en contra de los civiles del siglo XX, para constituirse en el “bautismo de sangre” de la clase obrera ecuatoriana, que exigían y demandaban mejores condiciones de trabajo, y mejora de salarios. El accionar de las fuerzas represivas fue tan brutal que el estimado de las víctimas se señala de mil doscientos, mil quinientos…. lo cierto es que se desconoce la cifra correcta por la forma vandálica empleada para deshacerse de los muertos. Militares y policías atrincherados en edificios y plazas disparaban a quemarropa contra hombres y mujeres desarmados que corrían por las calles del centro de la ciudad, a las fuerzas militares y policiales se anexaron civiles armados de las clases acomodadas que disparaban desde los balcones de sus casas contra los huelguistas, los cuerpos de las víctimas fueron enterrados en fosas comunes y otros lanzados al río Guayas. Todo esto con el aval del presidente de la república de ese entonces, el liberal José Luis Tamayo.

Hace ciento un año, Ecuador vivió un hecho catastrófico, pero muy vital para la afirmación de los pueblos en lucha. Un 15 de noviembre de 1922, fuerzas represivas masacraron a multitudes legítimamente movilizadas. Las demandas de la población empezaron siendo estrictamente sindicales, pues ya en el mes de octubre, trabajadores ferroviarios de Durán se declararon en huelga: exigían mejores condiciones laborales y el necesario cumplimiento del pago salarial, a más de su justo incremento. El país atravesaba una época de crisis nacional, provocada por la caída internacional en el precio del cacao, que afectaba notablemente la estabilidad económica, por la excesiva dependencia al monocultivo. Como ha sido la costumbre de empresarios capitalistas y políticos oligarcas, las peticiones no fueron aceptadas. A pesar de esa negativa, de a poco se unieron trabajadores de la Empresa Eléctrica, trabajadores del Astillero, transportistas y otros sectores de la población de Guayaquil, muchos de ellos comerciantes, artesanos, en definitiva, sectores populares como hoy los denominamos, ya que las duras condiciones de vida motivaban a acciones de protesta., así señala, Luis Herrera Montero.

A ello se suman, los grandes rotativos, prensa radio, medios impresos —como hoy sumados, los medios televisivos— tratar de borrar de la historia oficial con mucho esmero, no figuran en los libros de historia, no se escriben artículos periodísticos, se los opaca con el silencio o se propagan versiones falsas. Durante la masacre del 15 de noviembre de 1922 los principales periódicos ecuatorianos ocultaron fotos y omitieron cualquier reporte fidedigno de la violencia oficial reemplazándola con relatos ficticios de que los huelguistas estaban fuera de control, que saqueaban las tiendas y que las fueras militares se habían obligado a actuar en defensa de la propiedad privada y el orden, repitiendo la versión oficial. Acusa Silvia Arana.

El 14 de noviembre se realizan marchas por el centro de Guayaquil en respaldo de reclamos laborales. El doctor José Vicente Trujillo, síndico de los Centros Obreros, afirma frente a los trabajadores en huelga, “hasta hoy el pueblo ha sido cordero, pero mañana se convertirá en León”. Angustia expresada también por el ilustre lojano Manuel Agustín Aguirre, cuando en voz llena de coraje manifestó: “la sangre derramada de 1.500 trabajadores del 15 de noviembre de 1922, no fue inútil, pues ello fecundó las nuevas conquistas del proletariado ecuatoriano y constituye una experiencia de la que debemos desprender enseñanzas imborrables para nuestra lucha.

Ahora ciento un año de la más injusta masacre nos queda el deber de no olvidar el pasado por aquello que la memoria es frágil y recordar siempre que aquellos seres humanos sacrificaron su vida por conseguir mejores condiciones de vida de manera pacífica, camino y puente para un referente de cambio, para todos nosotros. Solo la unidad de los trabajadores y pueblo en las diferentes actividades, nos llevarán a ser los dueños de los medios de producción, para que estos realmente sean, de los trabajadores, por los trabajadores y para los trabajadores. Salud a todos los trabajadores de mi patria Ecuador, con mis mejores recuerdos. Así sea.