Diego Lara León
El escritor José Cadalso, en 1772 escribió una obra que la tituló “Los eruditos a la violeta”. En su reseña este escritor indica: “escribí este curso completo de todas las ciencias, dividido en siete lecciones, para los siete días de la semana, es un obsequio para los que pretenden saber mucho estudiando poco”.
El mismo autor concibió su obra como una sátira a todos aquellos “sabios” que dan la imagen de saber mucho pero que en realidad tienen poco conocimiento de todo.
La mejor frase de este libro es la que dice así: “hay personas que asumen que saben más de lo que realmente saben y no saben que no saben”.
Muchos años después, la ciencia nos explica porque muchas personas tienen la tendencia a creerse expertos en algún campo, y es que todos podemos ser víctimas del efecto Dunning-Kruger.
Este efecto es la tendencia que tenemos a sobrevalorar nuestras capacidades y aptitudes. Es un sesgo que nos lleva a asumir que somos más capaces o que sabemos más de lo que realmente sabemos.
Justin Kruger y David Dunning fueron quienes investigaron este comportamiento del ser humano. Luego de estudiar por años a varios grupos sociales de diferente estrato, formación, edad y lugar, se dieron cuenta que cuanto mayor era la incompetencia de una persona menos consciente era de ella. Mientras que las personas que presentaban mayor competencia real o conocimiento, tenían la tendencia a infravalorar su capacidad y a subestimar su propia competencia.
Entre las conclusiones a las que llegaron se destacan: 1. Las personas menos competentes son las que tienen más dificultades para poder reconocer su propia incompetencia. 2. Las personas más incompetentes tienen mayores dificultades para reconocer la competencia en los demás; y, 3. Las personas incompetentes presentan incapacidad para tomar consciencia de hasta qué punto son incompetentes en algo.
Nuestra mente es tan compleja, que el no saber algo, no nos bloquea ese tema, más bien nuestra mente puede crear una idea prejuiciosa sobre lo que nos imaginamos que es eso que desconocemos, otros le llaman a esto “sabidurías populares”. Hay tres temas en los que se puede ejemplificar esto. Uno es la medicina, hay más gente que opina sobre enfermedades curas y recetas y que los mismos médicos. Otra es el fútbol, existen miles de directores técnicos frente al televisor o en la grada de un estadio; y la tercera es la política, existen miles de analistas políticos y están seguros que su lectura de una sociedad es la correcta, así no hayan tomado nunca un libro de política.
Ahora, ¿por qué el ser humano tiende a comportarse así? Pues la respuesta es bastante lógica. Nuestra mente se blinda, para evitar que nos dé vértigo por darnos cuenta que no sabemos y corramos el riesgo de abandonar el aprendizaje. Es por ello que una gran muestra de madurez y fortaleza mental es decir convencido que “solo sé que nada sé”.
Finalmente, estos investigadores, advirtieron en el estudio, que estar en la vereda del frente, es decir, que las personas que, son expertas en algún tema, también tienden a hacer dos cosas erradas. La primera, es ser muy modestos en su conocimiento, lo que lleva que no lo transmitan de forma elocuente; y, la segunda, tienden a sobrevalorar el conocimiento de aquellos con los que interactúan, es decir, piensan que los demás saben tanto como ellos.
¿Cuántas veces hemos escuchado a un político, mandatario, profesor o jefe, decir “no sé”, “no domino ese tema”, “no puedo opinar de este asunto que desconozco”?
Muy poco lo hemos escuchado, ¡verdad! Creo que como sociedad debemos aceptar que estamos enfermos del efecto Dunning-Kruger. Y, luego de aceptarlo, debemos empezar a curarnos.
@dflara