Nuevos aprendizajes

Luis Pineda

La pandemia del coronavirus nos ha proporcionado oportunidades para acercarnos a nuevas realidades y a partir de ello nuevos conocimientos. Uno de ellos: todos tenemos que ver unos con otros. Para profundizar sobre el tema, les ofrecemos algunos fragmentos del artículo de Leonardo Boff “Todos los problemas ecológicos, económicos, políticos y espirituales tienen que ver unos con otros”:

“Virtudes de otro mundo posible y necesario
La primera es el cuidado esencial. Lo llamo esencial porque, según una tradición filosófica que proviene de los romanos, cruzó los siglos y adquirió su mejor forma con varios autores.

La segunda virtud es el sentimiento de pertenencia a la naturaleza, a la Tierra y al universo. Somos parte de un gran Todo que nos desborda por todos los lados.
La tercera virtud es la solidaridad y la cooperación. Somos seres sociales que no sólo viven, sino que conviven con otros.

La cuarta virtud es la responsabilidad colectiva. Ya hemos expuesto su significado más arriba. Es el momento de la conciencia en el que cada uno y toda la sociedad se dan cuenta de los efectos buenos o malos de sus decisiones y actos.

La quinta virtud es la hospitalidad como deber y como derecho. El primero en presentar la hospitalidad como un deber y un derecho fue Immanuel Kant en su famoso texto -En vista de la paz perpetua-: la Tierra es de todos, porque Dios no le dio la propiedad de ninguna parte de ella a nadie.

La sexta virtud es la convivencia de todos con todos. La convivencia es un hecho primario porque todos venimos de la convivencia que tuvieron nuestros padres.
La séptima virtud es el respeto incondicional. Cada ser, por pequeño que sea, tiene valor en sí mismo, independientemente del uso humano.

La octava virtud es la justicia social y la igualdad fundamental de todos. Justicia es más que dar a cada uno lo que es suyo; entre los humanos, la justicia es el amor y el mínimo respeto que debemos dedicar a los demás.

La novena virtud es la búsqueda incansable de la paz. La paz es uno de los bienes más ansiados, porque, por el tipo de sociedad que construimos, vivimos en permanente competencia, con llamadas al consumo y a la exaltación de la productividad.
La décima virtud es el cultivo del sentido espiritual de la vida. El ser humano tiene una exterioridad corporal mediante la cual nos relacionamos con el mundo y con las personas y tenemos también una interioridad psíquica donde se anidan, en la estructura del deseo, nuestras pasiones, los grandes sueños, y nuestros ángeles y demonios.

Son inspiradoras las últimas frases de la Carta de la Tierra: «Que nuestro tiempo sea recordado por el despertar de una nueva reverencia ante la vida, por el firme compromiso de alcanzar la sostenibilidad e intensificar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida».”