Luis Pineda
El testimonio de Monseñor Pedro Casaldáliga nos llena de alegría y esperanza, a los cristianos y a todos los seres humanos que soñamos con una sociedad de amigos y hermanos.
Nacido en Balsareny (Cataluña) el 16 de febrero de 1928, Mons. Casaldáliga asumió con radical coherencia y compromiso la Opción por los Pobres y ha sido una de las figuras más destacadas de la Teología de la Liberación. Llegó como un joven sacerdote, en 1968, desde España junto con Manuel Luzón, CMF a fundar una misión católica, cuyos 150.000 kilómetros cuadrados de pastizales, florestas, selvas y ríos habitados por indios, pobres campesinos emigrados y peones de acarreo de los interminables latifundios agropecuarios fueron hechos Prelatura Apostólica.
Y, se sembró en Sao Felix do Araguaia, en el Matto Grosso, brasileño. Allí fue nombrado Obispo en 1971. Se le reconoce por su intensa labor social y participó en la fundación de la Comisión Pastoral de la Tierra y en el Consejo Misionero Indígena, ambas organizaciones vinculadas a la Iglesia católica. Además, fue fundador de pastorales y organizaciones sociales dedicadas a la lucha por la tierra, a la defensa de los Pueblos Indígenas y contra el capitalismo neoliberal y las desigualdades sociales.
El trabajo pastoral de Mons. Casaldáliga y de su equipo se centró en las siguientes áreas: catequesis y celebraciones de la fe; educación; atención a la salud; y las reivindicaciones mayores como la defensa de los derechos humanos, la lucha por la tierra y la causa indígena.
Además, fue poeta: Los 11 “murales de la liberación” son las pinturas del misionero claretiano español Maximino Cerezo Barredo, con las poesías de Mons. Casaldáliga; es un gran testimonio del servicio para el pueblo brasileño y para la humanidad.
Fue un religioso de una vida de oración muy profunda, de donde nace su ofrenda apostólica con la gente marginada. Un hombre insobornable, comprometido con el Evangelio. Y los suyos, su gente, han sido siempre los que nada pueden, los que no cuentan. Los que mueren-matados tantas veces antes de tiempo. Este obispo descalzo y sin mitra, con el corazón lleno de nombres, nunca dejó de apoyar a todos los que hoy más le cantan, y que no dejarán que sus versos sean un futuro imposible.
El mismo día de su ordenación como obispo, publicó la carta pastoral Una Iglesia en la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social. Junto a la Doctrina de la Iglesia incluía denuncias de las injusticias en la evangelización, escribía 80 páginas de testimonios con nombres, apellidos, lugares, haciendas y firmas.
Vivió como misionero-obispo bajo amenazas de muerte, hasta el punto de ver cómo moría asesinado el P. João Bosco Penido, SJ, vicario de la Prelatura.
Al finalizar el artículo, lo hacemos con unos versos de Mons. Casaldáliga: “Al final del camino me dirán/ ¿has vivido? ¿has amado?/ y yo sin decir nada,/ abriré el corazón lleno de nombres”.