¡Salvar el fuego!

Santiago Armijos Valdivieso

Frecuentemente he seguido con interés lo que sucede en México porque lo considero el hermano mayor de Latinoamérica; gracias a la inmensa influencia cultural, política y social que ha ejercido y ejerce sobre sus hermanos menores de nuestra América castellana.

Parte de mi atención hacia la tierra azteca es revisar lo que presentan sus escritores contemporáneos, en sus variados y numerosos ensayos y novelas que publican. En ese feliz empeño, logré dar con una preciosa y perturbadora novela que titula: Salvar el fuego (Premio Alfaguara 2020) de autoría de Guillermo Arriaga Jordán, escritor, productor y director cimatográfico, reconocido por películas como Babel y Amores Perros y por novelas como El salvaje o Escuadrón Guillotina.

Califico de preciosa y perturbadora a la novela porque mediante una envolvente historia de ficción que zangolotea con fuerza al lector logra plasmar (casi fotográficamente) varios temas quemantes que afectan al gran pueblo mexicano y a gran parte de los países latinoamericanos: desigualdad, abusos, violencia, racismo, corrupción política, desatención social y narcotráfico.

La obra narra la extraña e intensa relación amorosa de Marina Longines: una ordenada mujer con matrimonio a cuestas, madre de tres niños, bailarina y coreógrafa y dueña de una vida cómoda y exitosa; y, el presidiario José Cuauhtémoc Huitzclic, hijo de indio con española y sentenciado a 50 años de prisión por homicidio múltiple; quien, gracias a la escritura logra sobrevivir el infierno penitenciario de su espantosa realidad. Ellos mezclan sus vidas cuando Marina brinda un espectáculo de danza contemporánea junto a los bailarines de su academia “Danzamantes” en un peligroso centro carcelario, ubicado en Ixtapalapa (Ciudad de México), en el que Cuauhtémoc cumple su pena. Tan cuanto se desarrolla el espectáculo ambos sienten una descontrolada atracción sexual y cultural que los lleva a las puntas más altas del erotismo y de los remolinos de la vida; enfrentando con ello al México de quienes tienen en abundancia con el México de quienes no tienen nada.

Como abreboca, reproduciré dos textos geniales y profundos de la obra que revelan con cruda verdad las improntas del verdadero significado de la pasión por el arte, vistas desde el catalejo de dos personajes que, por ser tan bien concebidos y construidos literariamente, parecen fugarse de los linderos de la tinta y el papel: una acomodada danzarina y un desgraciado escritor cuya vida se pudre en la cloaca carcelaria.

El primero, se referirse al arte de la danza, así: “Lo último que se le puede pedir a un creador es que se rinda(…). El arte es en sí mismo y un gozo hacerlo. Los logros, los aplausos ayudan. Son la cereza en el pastel, no el pastel. El pastel es el trabajo diario. La alegría de poder subsistir de la actividad que nos apasiona y no estar sentados ocho horas en una oficina, llegar a casa, cenar, hablar cinco minutos con la pareja, ver televisión, dormir y despertar al día siguiente a las siete para volver a lo mismo. Con o sin éxito, crear se convierte en una adicción”.

El segundo, resalta el vicio de escribir de José Cuauhtémoc Huitzclic con estas certeras líneas: “Una vez que se arrancó a escribir, JC ya no se detuvo. Una y otra y otra y otra cuartilla. Escribir, borrar, reescribir, continuar. Le valió madres si su trabajo trascendía o no, si se publicaba o no. Se hizo adicto a buscar la palabra correcta, a teclear una línea tras otra, a dudar si utilizar punto o coma, a imaginar nombres para sus personajes, a volcar al papel el mundo que palpitaba en sus entrañas. Cómo chingados no había descubierto antes esa droga (…) En un simple papel manchado de tinta se hallaban su vida, sus problemas, la grisura, los ruidos, los ecos, los miedos, la violencia, la amistad, los odios, las heridas, las cicatrices”.

Leer este libro no dejará indiferente a nadie y nos ayudará a entender que todos, a pesar de los diez mil demonios que muerden nuestra existencia, somos dueños de un poderoso fuego natural interno que nos empuja a realizar actividades humanas sorprendentes, excepcionales, diversas y tan especiales como las que cumplen Marina Longines y José Cuauhtémoc: la danza y la escritura. Gracias a ellas, ambos logran salvar el fuego que enciende sus distantes y diferente vidas que, gracias al arte y a las cabriolas del amor, logran cruzarse, empatarse y conectarse. Sin ningún titubeo puedo decir que es de las mejores publicaciones literarias de este año.