Es una de las obras más relevantes de Vargas Llosa, con gran fondo histórico e investigativo, publicada en marzo del 2003 por Editorial Alfaguara, en donde narra las controversiales vidas de dos personajes que vivieron en el siglo XIX: Flora Tristán y Paúl Gauguin, abuela y nieto, quienes nunca se conocieron, pero compartieron estilos de vida semejantes: apasionados, intensos, rechazo a lo establecido y siempre auténticos.
Establece un paralelismo entre Flora Tristán, París 1803- 1844 Burdeos, una tenaz defensora de los derechos de la mujer, sindicalista, comprometida con la clase obrera; y, su nieto Paúl Gauguin. Flora Tristán es una mujer cuyo padre, Mariano Tristán Moscoso, aristócrata y militar peruano, muere en batalla, cuando era niña. El matrimonio de sus padres no tiene validez legal, por lo que ella ni su madre heredan sus bienes, lo que las lleva a vivir en un modesto barrio parisino y en suma pobreza.
Flora es presionada para que contraiga matrimonio con su patrón Andrés Chazal, quien la ultrajaba de todas formas. Llega a tener tres hijos, una de ellos Aline, es la futura madre de Gauguin. Abandona a su marido, a quien detesta, y se dedica a la lucha sindical y a vivir a su manera. Irreverente, rebelde, viaja por toda Francia tratando de concienciar a mujeres y trabajadores de sus derechos y la necesidad de lograr mayor equidad social y económica.
Viaja al Perú y va directamente a Arequipa, la ciudad de donde es originaria su familia paterna, en búsqueda del reconocimiento legal de parte de su tío, don Pío Tristán, poderoso terrateniente y con gran poder político y social; reconocimiento que le es negado.
Se dirige a Lima, en donde frecuenta las altas esferas de la sociedad peruana, conoce a gente importante como el general Agustín Gamarra, héroe de la independencia del Perú, quien luchó junto a Sucre en la batalla de Ayacucho; y, a su esposa Francisca Zubiaga, llamada la Mariscala, una mujer aguerrida, temida, y respetada. Flora vio en ella un ejemplo de lo que podría llegar a ser una mujer, si las oportunidades se lo permitían. Gamarra llegó a ser presidente de su nación.
A su regreso a Europa radicaliza su lucha sindical y viaja a Inglaterra en donde establece contacto con dirigentes obreros y puede conocer de cerca la paupérrima situación de los barrios marginales. Eran momentos del auge de la revolución industrial y en donde había una radical separación entre burguesía y proletariado.
Flora Tristán publica en 1838 Peregrinaciones de una paria, obra pionera del feminismo y del antiesclavismo, es una crónica de viaje con una dura crítica de la sociedad peruana, en donde observa con asombro y rechazo situaciones como el esclavismo que ya era inexistente en Europa, la doble moral de las personas de las altas élites, la marcada estratificación social y fanatismo religioso. En 1843 publica La unión obrera en donde alienta a la fraternidad universal de la clase trabajadora. Paul Gauguin (1848- 1903) pintor impresionista francés, abandona su vida en París y llega a Tahití el 9 de junio de 1891, después de una travesía de dos meses y medio desde que zarpó de Marsella. Tenía cuarenta y tres años. Lleva consigo todas sus pertenencias y todo el material que requería para pintar. Como pintor quiere impregnarse de los colores, de los sabores del Pacífico.
Rompe con todo esquema social y lleva una vida primitiva y sin atavismos morales. Convive con nativos de la isla, enferma de sífilis y sufre el deterioro físico que esta le causa. Padece de hambre, miseria y con el poco dinero que le envían de la venta de sus cuadros logra sobrevivir. Es la época de su mayor producción artística.
Son dos vidas que tienen en común la tenacidad en la búsqueda de sus objetivos: la de Flora Tristán en conseguir reivindicaciones obreras y de igualdad de género; y, en la de su nieto, hacer una pintura natural intensa, lejos de la influencia urbana. Decía que “para pintar de verdad hay que sacudirse del civilizado que llevamos encima y sacar al salvaje que tenemos dentro”.
El título de la obra viene de la ronda infantil que Flora jugaba en su niñez en la campiña francesa y que también observó jugarlo en Arequipa. Una niña cubierta los ojos preguntaba ¿Es aquí el paraíso? – No señorita, en la otra esquina. Las otras niñas se cambiaban de lugar y jamás encontraba el esquivo paraíso.
¿Encontraron el paraíso Flora y Paúl? Pues sí, la abuela en las conquistas labores y de equidad de género que logró vivir al final de sus días; y Paúl, en capturar y plasmar los colores más vívidos, los azules más intensos y los paisajes más exóticos en sus fabulosos cuadros, que hoy son exhibidos en los principales museos del mundo.