Estaría loca si dejara pasar esta oportunidad para decirles que hoy asistimos a un nuevo comienzo y que la palabra clave es “esperanza”. Dado que tengo el mismo mérito, si les deseo un feliz año nuevo o si les hago reflexionar acerca de lo realmente nuevo, he decidido ir por la segunda alternativa.
Es verdad que a mí a veces me salen las cosas al revés, queriendo echar sol a algo, termino ensombreciendo todo, o quizá, si quiero dar una alegría, resulta una tristeza. Hay amistades que las quiero fuertes y al final siento debilitarse, pero no es por intención propia, siempre hay quién busca estropearme el juego de vivir el bien; por esto, la palabra clave es “discreción”.
A propósito de este comienzo, propongo que nuestro plan sea lo más reservado posible, sí, nadie debe saberlo antes de hora, porque aunque no se crea, hay muchos interesados en la infelicidad ajena. Es como un consuelo moderno, que los humanos contemporáneos utilizan para sentirse menos desgraciados, así creen que no son solo ellos los que se regodean en la desdicha, por todo eso, a veces, solo a veces, digo cosas que no siento, para despistarlos, para que por un momento, olviden mi historia y piensen más en la palabra clave “generosidad”.
Con esta reflexión, no les estoy ofreciendo un par de miles de dólares, —claro que no—, les insto a no desperdiciar ese nuevo comienzo, que vale mucho más, pues es sacarle provecho al error sin aferrarse a éste. Aquí en confianza, les cuento, que hay gente que arruga la frente cuando piensa en mis incoherencias, y es mejor dejarlos confundidos, antes que permitirles que desbaraten mis castillos de arena antes de tiempo, pues, la palabra clave es “supervivencia”.
Por eso, porque deseo para ustedes el bien, el cobijo, la protección, todo lo mejor, no les oculto mis secretos para vivir este año. Hasta ahí, creo que ustedes ya empiezan a apreciar unos rubíes, zafiros y topacios que en el nuevo año, les dejarán boquiabiertos. Lo único que les pido, es que me acompañen atentos, pues la palabra clave es “bondad”.
Sé bien que muchos moverán lentamente la cabeza y no faltará aquel que no comprenda, seguramente, para los que me siguen fanáticamente, esta será la oportunidad precisa para tratar de darle una interpretación sesgada a mis palabras, —como lo acostumbran—. Sin embargo, en este comienzo, no hay lugar para el engaño, u otras piedras artificiales, pues, la palabra clave es un “tesoro”.
Así, quien vive esperanzado, discretamente, amando con generosidad, buscando la supervivencia, con bondad, pronto halla un tesoro, que nadie puede robarle. Este es el secreto para la renovación, con la palabra clave, que nace del nuevo “yo”. Ahora sí, les deseo un próspero nuevo “yo” y nuevo año.