Los procesos electorales, de los últimos cinco años, en el mundo, especialmente en América Latina, tienen una particularidad que se va acentuando, poco a poco: la participación de organizaciones pertenecientes a grupos cristianos.
El teólogo Juan José Tamayo en su artículo “El virus del odio inoculado por Donald Trump con el apoyo de cristianos y cristianas fundamentalistas”, nos ofrece un análisis sobre el tema. Les ofrecemos unos fragmentos del mencionado artículo que esperamos nos ayuden a profundizar ésta realidad:
“A partir de la crisis económica iniciada en 2008, se ha producido un fenómeno político-religioso a nivel mundial, que ha generado en importantes sectores de la población mundial actitudes racistas, xenófobas, antisolidarias, individualistas, antiecológicas, racistas, sexistas, etc. Son actitudes propiciadas por organizaciones políticas, sociales, económicas y culturales de extrema derecha, atizadas por líderes políticos como Donald Trump, Jair Messias Bolsonaro, Santiago Abascal, Viktor Orban, Matteo Salvini, Andrej Duda.
Una de las personas que más ha contribuido a la difusión del discurso y de las prácticas de odio ha sido Donald Trump durante los cuatro años de presidencia de los Estados Unidos, que ha culminado con el asalto -verdadero golpe de Estado frustrado- al Congreso de los Estados Unidos, alentado por él y llevado a cabo por sus seguidores, entre ellos cristianos y cristianas enarbolando la Biblia que portaban junto con las armas para el asalto causando varios muertos. De nuevo se utilizaba la Biblia para legitimar un golpe de estado contra la democracia, como lo hiciera en noviembre de 2019 la diputada católica Jeanine Áñez con el apoyo del Ejército para justificar el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia.
El discurso y las prácticas de odio de Trump han contado con el apoyo de un numeroso e influyente sector del movimiento evangélico fundamentalista, que, en enero de 2020, puso en marcha la campaña “Evangélicos por Trump” para apoyar su candidatura.
El apoyo a Trump ha venido también de grupos católicos ultraconservadores y de importantes personalidades de la Iglesia católica, como el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y ex presidente de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica de Estados Unidos.
Como respuesta a este fenómeno, me he dedicado durante el confinamiento a escribir el libro que acaba de aparecer: La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye?
El libro muestra cómo se construye el odio, ofrece una pedagogía para deconstruirlo y propone alternativas para la creación de una sociedad interreligiosa, intercultural, interétnica, solidaria con las víctimas del odio, respetuosa de las diferencias, que combine la redistribución igualitaria y el reconocimiento no jerárquico de las diferentes identidades.
¿Hay alternativa a la Internacional del odio inoculado por Trump y los sectores religiosos fundamentalistas que le apoyan? Sí, hace veinte siglos el apóstol y primer teólogo del cristianismo, Pablo de Tarso, en la llamada por Ernst Bloch la primera Internacional de la Igualdad: “Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra, pues vosotros hacéis todos uno, mediante el Mesías Jesús” (Carta a los Gálatas, 3,28). El mismo Pablo desactiva cualquier acción guiada por el odio y propone como alternativa el amor en uno de los más bellos cantos a esta virtud, que puede leerse en la primera carta a los Corintios, (13, 1-13).