La lucha con uno mismo

Cada día renacemos
a la luz de la esperanza,
cada vez con más confianza
en las cosas que emprendemos.
Cada día es una prueba
del trabajo denodado,
del carácter renovado
de la luna, blanca y nueva.

Dar la cara a los momentos
más nefarios es la meta,
a pesar de la obsoleta
andanada de tormentos.
Respirar a cielo abierto
con los ojos en el cielo,
es cubrirse con el velo
que se agita y no está muerto.

Cada noche descubrimos
que la vida es una gloria,
que buscamos la victoria
a pesar que sucumbimos.
Nadie puede detenerse
al primer inconveniente
y pintarse de impotente
sin querer sobreponerse.

Cada día es un intento
para ser más efectivos,
más humanos, positivos
dando espaldas al tormento.
Cada día es una guerra
sin cuartel con uno mismo,
desterrando el egoísmo
que campea en nuestra tierra.

Esta lucha se la gana
con trabajo sin fronteras,
con las formas y maneras
de la vida azul y ufana.
Nadie puede retirarse
de la vida sin permiso,
sin pactar el compromiso
que permita eternizarse.