Uno de los textos bíblicos con mucho contenido cristológico es el Prólogo de San Juan (Jn. 1,1-18). Presenta, en su lenguaje teológico, la razón de la presencia y misión de Jesús en el mundo. Un Principio y Fundamento. Destaco algunas palabras clave: “Principio, Palabra, Vida, Luz, Tinieblas, Testigo, Fe…”, entre tantas. Jesús, en la visión de Juan, es plenitud. La mayoría de los críticos hablan de este texto como una obertura. Una introducción de una gran obra musical.
Me permito citar, a modo de referencia, a Felix Mendelssohn. Fe y Testimonio son los caminos correctos para llegar a la cúspide de la contemplación propia de este Evangelio. La razón más importante de la misión de Jesús es el anuncio del Reino. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. El arte de comunicar que tiene Jesús es incomparable. Su testimonio de vida constituye la razón fundamental para aceptarlo, entenderlo y seguirlo. No existe otra verdad más convincente que aquella que brota de su palabra y de su corazón. El Papa Benedicto XVI en su obra “Jesús de Nazaret” comunica su camino espiritual. Destaca el sentido de la propuesta de Jesús y recupera el valor de los Evangelios como documentación histórica fiable, fruto de un largo camino interior, cuyo objetivo es compartir su profesión de fe, “la presencia realísima de Jesús de Nazaret en la historia”. Quiere reafirmar la riqueza y actualidad de los Evangelios. El Jesús de los Evangelios es una figura coherente y sensata. Benedicto destaca el sentido de la propuesta de Jesús y recupera el valor de los Evangelios como documentación histórica fiable. Como consecuencia de la trascendencia de la misión y vocación de Jesús, en el tiempo y en la historia, se han publicado muchos libros. De hecho, la producción literaria acerca de Él, es inmensa, inabarcable e inagotable. Han aparecido obras escritas con un alto nivel de investigación, y, otras, que desvirtúan la naturaleza humana y divina de Jesús. Los Evangelios son fuentes fidedignas de una credibilidad más profunda que muchas de las interpretaciones que de ellos se han propuesto, a veces, lastradas de un pesimismo excesivo desde el punto de vista histórico. Benedicto XVI afirma la validez de los Evangelios como fuentes que contienen una verdad plena que se descubre como una dimensión propia, no añadida desde fuera. Los grandes maestros de la espiritualidad (Agustín, Catalina de Siena, Ignacio de Loyola, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús) nos insisten de modo permanente que, sin el conocimiento interno de Jesús, todo lo demás es superficial. San Juan quiere llevarnos a este objetivo: entender en profundidad el soporte de nuestra vida de fe. El Verbo, Logos, Palabra, comunican identidad y sentido a la ética y a los valores que hoy, más que nunca, deben ser actualizados y fortalecidos. Que la luz del Verbo ilumine nuestra vida y guíe nuestra vocación misionera.