Del “Tratado de Paz” a la paz

Aunque la paz es un término incomprendido, pues, sus escasas letras, su fonética suave, el cortísimo tiempo que lleva su pronunciación, la han minimizado, hasta pensar que resulta invisible y por esos motivos, hay quienes al oír “paz”, se confunden, creen que es poco y nada; no obstante, aquí impelo a pensar bien.

Cincuenta años estuvimos enfrentados Ecuador y Perú, en un conflicto de fronteras. Tanto, ecuatorianos y peruanos derramamos sangre, vivimos pérdidas, sufrimiento y más, mucho más.

El 26 de octubre pasado, recordamos un año más, de vivir la Paz sellada entre los dos países un 26 de octubre de 1998. Son 23 años de andar por el camino del “Tratado de paz firmado en Brasilia”, un acontecimiento histórico que hoy coloco en primera línea, por la envergadura de lo que es; y, a propósito de disfrutar esta experiencia con sentido propio.

El camino de la vida es esencialmente búsqueda de significado, para comprender el sufrimiento de la humanidad, el mal y los errores. Por esto, el filósofo Tolstói afirma: “Para que el hombre pueda llevar una vida de bien, es necesario que sepa lo que debe y lo que no debe hacer. Para saberlo, debe entender qué es él mismo y qué el mundo en el que vive. Eso es lo que a lo largo de todos los tiempos han enseñado los hombres más sabios y más buenos de todos los pueblos”.

Después de firmar el más relevante tratado, entre ecuatorianos y peruanos, y el intercambio simbólico de esferográficos entre los Presidentes Jamil Mahuad y Alberto Fujimori, el Cardenal Castrillón leyó un mensaje del Papa, en el cual el Pontífice felicitaba y se unía a la alegría en ese histórico día. Así, se imprimió valor, cuando el Presidente Mahuad dio a su homólogo Fujimori, una cantimplora usada por uno de los soldados ecuatorianos, del combate en la guerra de 1941, este gesto lo hizo, para sellar una paz permanente.

Después de esta vivencia, ¿qué nos ha pasado? La paz la hemos ejercido en el día a día, y ha llegado la esperanza, los días mejores. Pero,

ahora, en los días próximos pasados, un sinnúmero de acontecimientos en nuestras cárceles, dan la alerta de que ese “bien” tan preciado, está en riesgo.

Nuevamente cito a Tolstói: “El error de creer que algunas personas pueden, recurriendo a la violencia, organizar la vida de sus semejantes, no proviene de alguien, que haya inventado este embuste, sino de que la gente, entregándose a sus pasiones, comenzó a ejercer violencia sobre sus semejantes y luego buscó una justificación a su violencia”.

Por lo anotado, propongo que salgamos de ese sentido utópico de paz, y transitemos a una filosofía de pequeñas acciones cotidianas en el bien, para ello, miremos los errores y los aciertos históricos de la humanidad, así procuremos paz.