Umbral

David Rodríguez Vivanco

La mayoría de las personas crecen creyendo que pueden cambiar el mundo. Han sido manipulados por el cine, el consumismo y las noticias. Tienen el umbral hollywoodense muy alto y están impregnados de sueños de grandeza. Sin embargo, luego de salir de ese éxtasis cinematográfico se presenta la oportunidad de golpearse con la utopía. Esa palabra de moda y amable para justificar la desconexión de las cosas importantes, cosas que quedan grandes porque no son de la talla personal. La gente necesita algo a su escala, por ejemplo, si vemos la estadística de cuánta gente ha cambiado el mundo moderno para bien, hablamos de una persona de cada 100, de cada 1000 o de cada millón; muchos de ellos no lo pretendían, actuaban localmente o lo hacían sin prever el alcance de sus actos. Si todas las personas estuvieran intentando cambiar el mundo, posiblemente estarían mareados por la magnitud de sus acciones y habrían renunciado al primer inconveniente. Sin embargo, actúan dentro del límite de sus posibilidades.

Si los que quieren un mundo mejor, actuasen localmente, esa inercia se traduciría de forma efectiva, pero a mayor escala no se sabría por dónde empezar porque somos una medida mucho más pequeña. Sin ánimo de menospreciar el trabajo de algunos o la inactividad de otros, pero si miras a tu alrededor y consigues apoyar o promover causas justas y necesarias, estarás siendo responsable en la medida de tus posibilidades, y aunque lo que algunos hacen parezca poca cosa, sus acciones son contagiosas e inspiradoras y de manera escalonada van creciendo.

Créame cuando te digo que no se cambia el mundo con firmas, con opiniones en redes, con un “me gusta” o con una etiqueta. Esas medidas son soldados fantasmas, no es activismo. El mundo cambia con ejemplos. Invierte parte de las horas que perdías envenenándote. Elige una causa que esté a tu alcance y apóyala.

Hablando de tiempo ¿has invertido tiempo en ti? A lo mejor te inquieta ir contigo mismo a dar un paseo, es normal si no te conoces, es incómodo. Es probable que sientas un síndrome de abstinencia tecnológica, ya que resulta muy complicado ser nuestro propio generador de contenidos en un universo a la carta, lo más seguro es que no te gustes en tu primera cita, pero te voy a dar algunos consejos: pregúntate cómo van tus objetivos, rescata sueños incumplidos, pregúntate si tus acciones contribuyen a hacer un mundo mejor; también puedes quedarte quieto y dejarte ser, puede que de repente inicies formulando las grandes preguntas.

Por último, cada vez que tu cerebro te demande un celular, saca un libro y sumérgete en él. Lee contenidos sobre temas interesantes: historia, ciencia, biografías, movimientos sociales; temáticas que siempre te hayan atraído, aprovecha para aprender y conocer, evita caer en ficciones vacías que no te aporten más que cualquier película, cubre el vacío de los titulares con un aprendizaje profundo y completo.

Si estos consejos te hacen sentir más libre, te ayudan a que tu mente esté más pausada, conectas mejor con los demás y contigo mismo; sientes que las cosas tienen un sentido armónico y subyacente, que tus relaciones humanas son poderosas, que sabes más cosas importantes, que has bajado el ritmo y que tus pasos tienen un rumbo; en ese caso, sería bueno ayudar a otros, enseñándoles lo que has aprendido y quizás sea oportuno empezar a lanzar preguntas sencillas.